Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

sábado, 7 de marzo de 2015

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¿Qué tal si dejas de mirarme con esos ojos tristes y te desnudas?
O mejor aún, ¿qué tal si me permites deslizar mis manos sobre tu cuerpo mientras cae tu ropa al suelo? ¿qué te parece si cierras los ojos y te dejas llevar por mí a donde yo quiera? Bien... relájate.

Sintió cómo sus manos, cálidas y ásperas apartaban su cabello cobrizo hacia un lado, dejando un lateral de su cuello al descubierto. Dios, qué sexy era de aquella manera. Con sus ojos plegados con furia y su boca entreabierta, dejando escapar suaves gemidos mientras paseaban besos por su cuello. Aquellas manos casi predecibles, pasearon por su espalda en busca de una cremallera para desabrochar aquél vestido hortera de flores azules y verdes. Seguidamente subieron de nuevo hasta sus hombros, bajando decididamente pero con una deliciosa calidez. Sintió cómo su ropa se deslizaba sóla gravedad abajo hasta dar con sus zapatos de tacón color miel.

Aquellas manos, sabias y prodigiosas, acariciaron sus brazos y luego rodearon su cintura con suavidad. Y ahí estuvieron paradas unos segundos, mientras su boca fue en encuentro de aquellos dulces labios jadeantes. Aquello no era un beso. Era obra de dioses. Las manos desabrocharon sin dificultad su sujetador, y fue sacándoselo con suavidad, dejado siempre en contacto las yemas de sus dedos con su piel, para que no olvidase su tacto ni por un segundo. Sin esperar demasiado, se dispuso firmemente a liberarla de lo que le quedaba puesto. Mientras de rodillas frente a ella, deslizaba poco a poco la prenda por sus piernas, la besaba. Los gemidos eran más fuertes a medida que aquellos "besos" se intensificaban. Su sabor volvía loco al dueño de aquellas manos, y ella dejó de ser quien era. Aquellas manos que masajeaban sus muslos,  comenzaron a subir, junto con su cuerpo, que se acomodó sobre ella y empezó a poseerla con suavidad, mientras volvía a besar su cuello de forma pasional. Ella dejó de existir en aquel entonces, mientras la suavidad dejó paso a la más ruda virilidad, sobre aquella alfombra envejecida. Se sentía fuera de sí, fuera de control, pero aquello no estaba mal. De vez en cuando estaba bien perder el control.

Con cada movimiento brusco se intensificaban los gemidos, al unísino casi, como si estuvieran sincronizados. Ella rodeaba su cuello con furia, con rabia... no quería que la abandonase nunca más.

De pronto abrió los ojos, la canción había terminado y el tren seguía su camino. Miró a su alrededor, para ver si alguien la había visto soñar despierta con aquella intensidad. Todo parecía en orden, así que sonrió, y volvió a reproducir la pieza, y cerrar los ojos.



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