Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

sábado, 3 de diciembre de 2022

Dos textos que tendrán el mismo valor que miúltimo párrafo enviado, o que mis palabras que quedaron finalmente sin escuchar, sin reproducir. Consciente de que no tiene valor nada de mí, y consciente de que ya no puedo seguir adelante porque no queda más de mí que romper, escribo con la esperanza de descargar mi corazón al aire, como hice anoche, insignificantemente. 

Mi dolor es tan fuerte por varios motivos, y me encantaría marcharme con uno de ellos, de esta vida para la que ya me han demostrado que no valgo. Quién quiere vivir así, sabiéndose nada, a pesar de todo.


texto 1

Si una sola caricia recibiera, que intentara recomponer mis pedazos, esparcidos tras mil bofetadas de odio e indiferencia. 

Si tan solo una caricia recibiera, que me demostrase que estaba equivocada, que sí que soy alguien, que sí que ha valido todo lo que he hecho. 

Si tan solo me abrazase un segundo, y sintiese el murmullo de mis piezas rotas, sabría que toda yo era corazón.

Si una sola caricia recibiera, vería que corto como el afilado viento gélido en un rostro desnudo; que estoy tan destrozada que nadie me amará jamás.

Si una sola caricia. Una sola. 

Si pudiese entender por qué he luchado tanto,

sin nunca obtener, ni tan siquiera un "perdón por destrozarte".

"Perdón por no haberte sabido valorar, ni haberte visto.

Por infravalorarte. Perdón por ayudar a romper lo nuestro

y cargarte a ti toda la culpa. Perdón por no secar tus lágrimas,

cuando has estado ahí, queriéndome, como a casi nadie,

cuando tus lágrimas te ahogaban".

Jamás. Y este es el destino, vivir vidas separadas, marchándonos odiándonos.

Tú por verme como me ves, y yo a ti porque no hayas visto todo lo demás.


texto 2

Empecé a escribir nuestras vivencias en un archivo, para que no perezcan como lo ha hecho esto que tanto me aferré a no perder. Escribo envuelta en llanto dejando que me abrace la tristeza, grande y rota, de haberme dado toda de mí, y no obtener de vuelta ni la empatía que cualquier persona regalaría a un animal herido. Y me comparo con un animal cualquiera cuando sé que he dado todo por ser más. Escribo sobre lo que se ha muerto y no volverá a ser, escribo sobre papel negro lo que jamás voy a poder perdonar. Mi llanto no obtuvo calma, mis acciones no tuvieron valor, mi llanto no tuvo sobrecogimiento, mi persona era la más prescindible a pesar de todo. 

Escribo sin mirar mis palabras, sabiendo que estoy vomitando con las teclas un sentimiento que ya no sé describir. Quise dar todo, todo de mí, y ya no queda nada, y mis restos se esparcen por el suelo mojado donde pisas fuerte sin mirar atrás; mis esfuerzos, sueños, cariño, apoyo y esperanzas. Mi amor. Todo deshechado por quien consideró mi todo, como nada. ¿Qué tan rico debería ser ahora que no me necesitaba? 

Me escuecen los ojos, me duele el pecho, y diría que es el alma rota que brama desde dentro, pero siento como si mi alma también hubiese muerto. Ya no queda nada, nada de mí. He borrado eso que al parecer odiabas, mi huella en tu vida pública. Porque aparte de no valer de nada en conjunto, ni mis acciones ni yo, también debemos estar bajo una alfombra.

martes, 1 de noviembre de 2022

.

La decepción es el arma más letal.

Es la única capaz de acumularse de a poco,

o de repente ser lo suficientemente grande,

para cargárselo todo en un instante.


Ni mis lágrimas, ni la sangre que emana de mí,

ni lo que conllevaba todo lo de nos,

nada fue jamás importante,

nada suficiente.

Llora, puta, muérete retorcida de dolor.


La decepción,

ya no queda nada. 

miércoles, 12 de octubre de 2022

~Sólo un sueño estúpido que me hizo sentir otra vez como si estuviera en el cielo~

 Ahora mismo este dormitorio es un cielo, idílico, blanco, feliz.

Estoy junto a ti en la cama de sábanas blancas, y lo más puro que veo es tu alma en este instante. Estoy recostada de lado, mi brazo izquierdo está elevado y mi cabeza reposa sobre él, mientras que la mano derecha descansa junto a mis labios fríos, y sin darme cuenta, de comisuras ligeramente arqueadas. Y ¿cómo no iban a arquearse al mirarte? Si de sólo pensarte se elevan al cielo.

Ahí estas, abriendo los ojos despertando de tu sueño. Ése en el que me gustaría estar sumergida de vez en cuando. Me miras, y ambos nos regalamos una sonrisa. Te colocas en postura espero para estar frente a mí y mirarme fijamente.

Sólo nos oteamos y deleitamos el uno con el otro en silencio. Casi escucho nuestro latir conjunto y siento, que somos uno sólo, que no existe nadie más en el universo. Nuestro olor, nuestra esencia es lo único que existe. Tu corazón latiendo en calma con el mío, porque estar a tu lado es mi droga más pura, la que me hace volar mirando al cielo sin cambiar de espacio.

De repente me pongo boca arriba sin cambiar el sentido de mi cabeza, te miro y ahora sonrío más. Tú ríes. «¿Qué pasa?» preguntas entre risotadas secas, de esas de las tuyas que tanto me gustan. Te sonrío ampliamente: «Ya es hora...». Giro mi rostro hacia el lado contrario y hago el amago de levantarme, pero me abordas con tu cuerpo y me dices que no, que no me voy a ninguna parte. Ambos reímos y nos miramos fijamente a los ojos. Tremenda una conexión que se forja en esa intimidad cuando te carcajeas y las miradas se mantienen, tiernas, temblorosas, encorvadas, brillantes. Llevo una camisa de tirantes de raso, color azul celeste, que cubres ahora con tu torso desnudo. El beso se hace de rogar, pero ambos nos devoramos cariñosamente con sólo vernos así. Siendo dos piezas de un puzzle único, encajando perfectamente, siendo dos en un mismo ser en este momento, siendo dos que se aman sin pronunciarlo, siendo. Sólo siendo. Tú y yo, yo para ti y tú para mí. Somos para nosotros. En un Ahora fugaz que parece un Siempre. Somos únicos siendo para con nosotros, pues yo jamás fui así con otra persona, y tú tampoco has sido igual antes, a la persona que eres cuando estás conmigo. Y ahora sé más que nunca, que tus dos luceros son la entrada a un universo donde me quedaría a vivir.

Jugueteamos un poco mientras yo finjo que quiero zafarme de tus brazos, y tú me fuerzas a quedarme en la cama contigo. Reímos y reímos. «No te vayas», me dices con la voz un poco más apagada. Acaricio tu rostro, tu pelo, tus labios... Te sonrío con la tristeza que supone una despedida. «Es hora de despertar».




jueves, 22 de septiembre de 2022

cf

Campos fríos. Donde una deshielada brisa de nube acaricia el valle abandonado que encierra un alma rota. Campos fríos, donde la luna se esconde tras nubes negras que amenazan tempestad para los corazones heridos.

Campo frío de campos, donde se amontonan los cuerpos inertes  de todos aquellos que se atrevieron a luchar batallas anunciadas perdidas desde antes de empezar.

Expresiones rígidas, expresiones de lamento, de dolor intenso a un nivel exacerbado. Benditas sean sus almas que vagan sin rumbo por estos campos fríos. Campos de gritos ahogados, de silentes llantos, de murmullos que se escuchan ahora de la nada, como propagaciones eternas de lo no alcanzado. Aquí en las batallas de los campos fríos. 

lunes, 12 de septiembre de 2022

All I want ~

 ¿Sabes lo doloroso que es? Desear que el recuerdo de aquellos tiempos felices, donde mi persona era agradable a tu vida te provoque la misma ternura que a mí, aún con todo, me hacía querer seguir luchando. Pero yo morí en tu recuerdo, ya la persona aquella no existe ni por atisbo de un instante fugaz cruzando por tu despistada mente. Ya no volveré.

 

Esta es mi despedida, la que tanto tiempo me has pedido en silencio. Me rendí, te felicito por conseguirlo al fin. Aquí se dividen nuestros caminos, pues no siento más que pesar en mi alma, tras haber estado en el campo de batalla demasiado tiempo. Una lucha solo mía. Una que ya no quiero seguir peleando, porque lo que queda de mí, quebró y está sostenido por hilos invisibles de cristal, y basta un soplo de aire fuerte para desprenderme de lo que queda de mi identidad e integridad.

 

Lloro mientras escribo, eso da igual, pero por si las faltas de ortografía pudieran acumularse lo menciono sin más. Y pienso que ojalá hubiese acumulado en mi vida faltas de ortografía en vez de faltas a mí misma, y encima presumiento de mi manera de no equivocarme al escribir. Qué tontera la mía.

 

Y ¿sabes qué me gustaría? Sumergir mis trozos en algua con cal. Así no tendría que continuar, porque es lo fácil (lo dice una suicida recurrente), es más fácil desaparecer que estar. Tú también me lo podrás decir, estoy segura. Pero sé que ahora mi deber es vendar las heridas, y si mil océanos tengo que llorar, llorar dos mil para ir adelantada, y continuar.


Te echaré de menos, de eso no me cabe duda. Pero mi vida está revuelta a tal punto que no sé si ni buscándote en ella te encontraría de nuevo. Ya no me siento yo, y hacía mucho que esto no me sucedía. Años y años. Siento que dí todo lo que tenía dentro, para bien o para mal, y que no guardé nada para mí. Y ahora tengo ese frío que me paraliza la vida recorriendo cada lugar de mi ser físico y emocional. Estoy paralizada sin saber quién soy, así que espero que me entiendas. Deposito la Springfield, maldito científico, sobre este muro azul que nos separa, y la dejo sumergirse entre mareas de lágrimas y desvelos con ansiedad. Te dejo marchar, y contigo, todo lo que se va. 

 

Aquellos días de Try, de P!nk. Los anteriores a esos. Y los que siguieron al bailar con tu fantasma.

 

No puedo decírtelo, desde tu lado ya no hay quien quiera escuchar. Lloro sobre estas destintadas teclas sin consuelo alguno más que el saber que serás feliz sin mí, porque es lo que mereces aunque ahora inlcuso pueda decir que te odio más de lo que te quise. Y sé que en su momento no querías que te odiase, lo siento, supongo que ya se pasará. Cuando deje de sentirme como ahora, que me siento como si no fuese nada, alguien que dejó de importarte, que de repente no existía para ti. Y si algún día echas la vista atrás y ves mi recuerdo difuminado entre la niebla, espero que recuerdes quién fui, lo mucho que te quise, y que siempre creí en tu capacidad para lograr lo que quisieras en la vida. Y es lo que espero que hagas.

 

No tengo esperanzas en que veas esto, pues nada que provenga de mí, desde hace tiempo, despierta tu interés (mucho menos lo hará un blog). Pero aquí queda, escrito para mí. Para recordar lo duro que fue tomar la decisión de despedirme de alguien que ya se había marchado. Y aunque nos veamos quizás en unos días, cosa que ya no tengo clara, no estaremos ninguno de los dos.

 

Te recordaré mirando barcos en el muelle. Otro soñador como yo,

que llegó a soñar conmigo a la par.

Por favor, no te deshagas de lo que te di,

ni el cuadro sin abrir, ni mi anillo favorito, ni mucho menos los momentos que vivimos,

y en los que nos vimos crecer. Incluso el estruendo de mi risa, guárdalo siempre.


 
Esta es especialmente importante para mí.
Ahora también tuya.


martes, 17 de mayo de 2022

No puedo más

 Y ya que has decidido marcharte para siempre,

llévate contigo por favor, todos los sentimientos que me queden y no me los devuelvas más. 

domingo, 17 de abril de 2022

El bosque

Estaba apunto de caer la noche, el frío húmedo bajo la copa de los pinos atravesaba el bosque y corría un aire con filos de cuchillo que parecía atravesar la piel.

Claudia caminaba entre ellos sin importarle, pues la paz que trataba de hallar se encontraba en ese bosque. Siempre en ese bosque. Sonaba el crugir de la pinocha bajo sus pies tras cada pisada, y escuchaba toda vida proveniente de aquél lugar a su alrededor. Se sentía acompañada: allí no se sentía sola.



Con las manos en el bolsillo delantero de su sudadera y cabizbaja para no tropezar, sabía que la luz del sol bajaba, la hora azul llegaba, y las montañas con sus árboles comenzaban a tornarse anaranjadas a su alrededor. No sabía cuánto tiempo había caminado, quizá su coche estuviera kilómetros y kilómetros atrás, pero no importaba.

El olor del bosque se mezclaba con el del frío, ése olor gélido que pocas personas dicen que existe. Pero Claudia era capaz de percibir la mezcla, que llenaba sus pulmones de vida.

De repente escuchó una voz tras de sí. ¿Cómo? No había visto a nadie, ni escuchado a nadie más en todo el camino. Se giró asustada y vio a una señora muy bajita y vestida de forma harapienta que sonreía al mirarla.

-Perdone, no la he escuchado y me he asustado.- dijo Claudia con voz entrecortada. Claudia se dio cuenta de que iba descalza. - ¿Está usted bien? ¿Se ha perdido?

La pregunta inquieta de la joven hizo reír a la señora.

-Vivo aquí, niña. - Su voz era dulce. La señora señaló en la dirección a la que se dirigía Claudia, y ésta se giró para mirar. 

Levantó la vista y vio la pequeña cabaña. Sorprendida volteó a mirar a la señora, que ya se había movido en dirección a su pequeño hogar. Ésta se volteó unos metros alante, miró a la joven y le preguntó si le apetecía tomar una taza de té.

-Hace frío, vamos, entra. Nos prepararé un té de limón y hierbabuena.

Claudia la siguió con una extraña sensación en su cuerpo, le parecía increíble haber recorrido ese bosque decenas de veces y jamás haberse topado con esa cabaña, ni haber visto a esa mujer.

-Pasa, niña, pasa.Siéntate en la butaca al lado del fuego.

Claudia dio las gracias y se sentó allí. La casa tenía un olor muy particular. Olía a madera, olía a especias. Varios gatos aparecieron de repente acercándose a ella. Su cara se iluminó un poco, pues los gatos le encantaban. Uno de ellos en particular comenzó a rozar su pierna, rascándose en ella y roneando.

-Esa es Luz. Es la gata más vieja de la casa. Veo que te gustan los animales, de otro modo no se acercaría. ¿Quieres el té con azúcar o con miel?

-Amargo por favor. Sí, me encantan los animales, tuve una gata idéntica a esta, murió hace años.

-Cuando todo ser se va, jamás se va del todo, ¿cierto? - la anciana tomó la bandeja con las tazas y unas galletas y se acercó. La depositó en la pequeña mesita entre las dos butacas. - Te gusta el té amargo, como a mí. Mi nombre es Paz, por cierto.

-Yo soy Claudia, disculpe que no le haya preg....

-¿Preguntado? - interrumpió la señora riéndose. -Hija si a mí me sorprenden en el bosque como yo lo hice contigo, me hubiera quedado en el sitio. - Riéndose flojito llevó la taza de té a sus labios y tomó un sorbo.

Otro de los gatos, uno de pelaje gris saltó sobre el regazo de Claudia.

-Ése es Hades. Fue quien me guió hasta ti.

La chica sorprendida preguntó si había salido a buscarla.

-Estaba desesperado por salir, abrí la puerta y le seguí. Imaginé que había alguien perdido en el bosque.

-Oh, no... Deambulaba sin pensar, pero he venido aquí muchas veces, aunque nunca había visto su caba..

-¿Qué tal el té? Come galletas, están horneadas desde esta mañana. A Ascensión le encantan. - interrumpió de nuevo y señaló con la cabeza a una gata que estaba sentada junto a la chimenea. Era negra y sus ojos amarillos estaban clavados en Claudia.

Claudia cogió una galleta y se percató de que estaban insípidas, al igual que el té, lo cual le pareció extraño, pues ambas cosas desprendían un aroma muy bueno. Claudia asintió tímidamente y levantó la vista hacia la despensa de las especias.

-¿Qué ocurre? - preguntó asustada al ver la imagen que tenía frente a sí. Los estantes de repente estaban vacíos, y de repente volvían a estar llenos, como un holograma. Se levantó y se dio cuenta de que con la casa ocurría lo mismo: el fuego ya no estaba encendido, la casa estaba sucia y sólo quedaban algunos cacharros en la cocina. Miró a la anciana, que se encontraba de pie junto a ella. Los gatos se habían acercado.

-No te asustes, niña. Te ayudaremos.

Claudia miró sus manos, y la taza de té, junto con la bandeja con pastas había dedaparecido. Con paso ligero, a punto de correr se dirigió a la puerta, que se encontraba tapiada.

-¿Qué pasa? ¿Quién es usted? Déjeme ir por favor. - Suplicó entre lágrimas. -¡Déjeme ir!

La anciana y los gatos caminaron hacia ella. Paz tenía una expresión serena en su cara.

-Te ayudaremos a marchar, niña. Tranquila. Hace tiempo que te marchaste, pero no del todo.

-¡Usted está loca! Por favor, no le he hecho nada. ¡Ayuda! - Comenzó a gritar hacia afuera de las ventanas cerradas.

-Cariño, nadie puede escucharte. No sabes qué te ocurrió, tienes que confiar en nosotros y te prometo que hallarás luz.

La anciana alzó su mano y tocó la frente de Claudia. Esta de repente se sintió mareada y comenzó a llorar. Las imágenes vinieron de repente a su mente como un rayo. Gritó de angustia.

-¡No! ¡No!- gritaba con la mano al pecho. -No puede ser, ¡no! - su llanto era desesperado e inconsolable.

-Te ayudaremos, Claudia. Ven, siéntate aquí. - Paz señaló la butaca de nuevo, la casa de nuevo parecía normal. El fuego estaba prendido, las especias en su estante, el aroma... Todo estaba en su lugar.

La chica aturdida se sentó de nuevo, con las manos a ambos lados de su cara y mirando la madera bajo sus pies. Las lágrimas deberían estar mojando el suelo, pues ella las sentía caer, pero no ocurría. La mujer le puso la taza de té en las manos y le pidió que bebiese.

-Tómalo, y come ahora una galleta. Será tu último placer antes de encontrar la luz.

Claudia obedeció y, esta vez, se percató del sabor de ambas cosas. Era el mejor té que había probado, y la galleta sabía a mantequilla con un toque de canela.

-Está muy bueno, gracias. - Dijo sollozando.

Al acabar de tomar el té, Paz se levantó y tomó de su armario un paquetito que contenía una sal muy especial. Llevaba flores y especias. Esparció sal alrededor de la butaca de Claudia.

-Esto es para que sólo vayas a donde debes ir, no te asustes. Será rápido. Prendió una vela de color blanco y otra de color morado dentro del círculo. -Cuando estés preparada, comenzaremos.

La chica recordó el dolor que sentía mientras trataba de hallar paz en el bosque. Los motivos de su tristeza.

-Estoy lista...

La mujer sonrió, y le dijo que había sido un placer conocerla. Hades, Luz, y Ascensión se colocaron alrededor del círculo, y Paz comenzó a recitar unas palabras en un idioma inteligible para Claudia, quien los miró a todos por última vez y cerró los ojos mientras escuchaba el roneo de los gatos, y el recitar de la anciana.

De pronto, Claudia se dejó ir, y marchó. La butaca quedó vacía, su cuerpo ya no estaba allí. La bruja miró a sus gatos y agradeció la ayuda. Fuera del círculo, volvió a encender una vela blanca para asegurarse de que la joven asesinada años atrás en aquél bosque, no volviese a quedar atrapada en este mundo al que ya no pertenecía.


La cabaña estaba de repente de nuevo abandonada, tapiada, vacía. Parecía que hacía años que no era habitada. Quedaban restos de unas velas en el suelo. Algún tarro roto, o vacío en el suelo. Fuera de ella, en el jardín trasero donde antes pareciera haber plantadas y cultivadas diferentes especias, habían tres pequeñas tumbas. Los tres gatitos habían fallecido antes que la anciana, siglos atrás. El cuerpo de Paz había sido reducido a cenizas durante la Inquisición, pero su alma aún deambulaba por los bosques, al igual que la de sus gatos, así que ella no tenía tumba.


Claudia fue asesinada hacía casi dos años en aquél bosque. Su alma no era consciente de ello porque la muerte fue tan traumática que su alma borró los últimos recuerdos. Hades y Paz habían intentado hablar con ella en anteriores ocasiones, pero el alma de la joven siempre volvía al punto de partida, al lugar de su muerte.

Sólo fue capaz de no salir despavorida cuando estuvo preparada para marchar para siempre. Y ahora, por fin, descansaba en paz. Sin tristeza, sin miedo, sin angustia. Su cuerpo aún sigue enterrado en el bosque, quizá algún día encuentren a su asesino, y con mayor suerte, hallen el cuerpo de la joven, para que su familia pueda velarla y llorarla.

Lo cierto, es que ella ya no estaba más en ése bosque, aunque sus huesos se encontrasen bajo la sombra que sostiene los pinos.




domingo, 10 de abril de 2022

Bridge

Lo escrito a continuación es ficticio. Es en lo que pienso, pero lo escribo desde casa, entre lágrimas con los ojos ya secos. 

 

Desde la altura todo se ve más claro. En todos los aspectos de la vida. 

Me encuentro aquí sentada, en la intemperie

al borde de mi puente. Este por el que tanto he cruzado.

Fumo y siento por última vez el aire en mi piel,

el frío rígido de esta cruel noche,

antes de que lo que cuelgue, ya no sienta nada.

Ni frío, ni dolor, ni quemazón en el alma,

que mis restos que serán ceniza plantada,

ya no sentirán jamás este grito ahogado en mis adentros.

La cuerda es áspera como lo ha sido mi existencia, 

y áspero su tacto alrededor de mi cuello 

será mi último ornamento.

Sentada aquí miro las estrellas por última vez,

esta luna creciente que me mira con tristeza

pues soy su fiel compañera con la que habla cada noche,

pero ya no tengo nada más que decir.

Las palabras han quedado atoradas para siempre en mi garganta.

Y conmigo mi tristeza se va.

No suelto, me la llevo conmigo.

Y se irá conmigo al fuego, donde lo que quede

de mi forma corpórea, desaparezca. Y ya nadie

pueda darme ese abrazo, que siempre necesité.

Se van mis ojos que ya no pueden llorar más,

se van mis manos que hace tiempo dejaron de pintar,

se va mi esencia, se van mis traumas, se va mi risa,

se va mi mirar.

Se van mis ganas de soñar, se va todo el amor que llevo dentro,

se van los lugares que nunca visité,

las personas que quedaron por conocer,

la comida que jamás probé.

Se va mi alma, se va mi ser.

Nunca más un "en línea", nunca más mi nombre.

Que se vaya todo de mí, y sólo queden las coronas de flores.

Las amargas madrugadas, los besos que no di,

la maternidad que quise vivir.

Y a mecer a mi niño me voy,

porque se va todo, todo de mí.

Todo lo que quise ser, todo lo que lloré,

el aroma de mi perfume, mis cualidades vacías.

Confío que existan más personas que saluden animales,

que el amor por ellos termine dominando el mundo.

Confío en que quien mire la luna,

la admire como lo hacía yo. 

Que la maldad del ser humano quiebre,

que abunden personas que abracen árboles,

que ya yo dejé de hacerlo para no secarlos.

Ay, luna mía. De todos, pero mía.

Qué bella eres, incluso partida por la mitad como lo estás hoy.

Quién pudiera verse tan bella como tú,

aún estando rota. 

Ser tan admirada como tú, 

aún estando tan lejos.

 

Perdóname, fiel confidente de plata,

 que tanto llanto bebiste de mis súplicas. 

Y mientras te miro me viene a la mente la misma pregunta

que tantísimas veces te hice a ti.

¿Existe? ¿Le has visto alguna vez?

¿Él te creó?


Por si existe, me dirijo a él en mis últimas palabras.

Señor, Dios, seas cual seas, que dicen que existes,

ya para mí no quiero nada, Señor.

Le hablo desde el dolor de mis entrañas, y pido

por la poquita gente que hoy me quiere.

Para que fuerza les brindes, y sus lágrimas pronto sequen:

Hazlo por las mías, esas que ignoraste.

Déjame llevarme conmigo también sus pesares,

haz que sonrían, que sus ojos no se apaguen 

como los míos lo hicieron hace tiempo.

Te suplico Señor, si acaso esta vez me escuchas,

si acaso estás en alguna parte,

que la calma que tendré tras exhalar por última vez,

sea para ellos, bendita calma que jamás yo tuve.

Yo que jamás me sentí alguien en este mundo que no es para mí,

yo que jamás me sentí más que un pellizco que salió de mi madre,

yo que jamás fui digna de nada, salvo de esto que llaman experiencia.

La misma que me ha forjado a frío y cristal,

y que ya estoy exhausta de arreglar.

He sido tan insignificante, que ni tú, "que todo lo ves", me has visto jamás.

Se dice que eres justo, y por ello este último intento

para pedir por quienes me van a llorar.


Apago mi cigarro. En mi mochila el resto del paquete

que quedará olvidado para siempre. Como espero que a mí me olviden.

Soy ceniza estando en vida, sólo queda soplar.

Sólo queda saltar.


Lo escrito es ficticio. Es en lo que pienso, pero lo escribo desde casa, entre lágrimas con los ojos ya secos.

sábado, 26 de marzo de 2022

T.

Su mirada se iba apagando poco a poco, al igual que sus ganas de subir a los muebles, al sofá. Las ganas de jugar. E incluso era doloroso probablemente estar en brazos. Disfrutar de los últimos cariños era más importante que huir del dolor, pues así confortaba a los que le querían, y a su propia alma. Últimos momentos en familia; él lo sabía. Le tocaba partir, y sabía que su ausencia dejaría tras de sí un halo de vacío y dolor que no sería reemplazable, así que, había que darles los últimos momentos de compañía. 

Él sabía que se iba, pero quizá no era consciente de los preciosos recuerdos que dejaría marcados para siempre en los corazones de quienes le habían querido con todo el corazón. La compañía de un niño que ya creció y a quien volvió a ver llorar como cuando era niño antes de partir. Lo que quizá este niño grande no sabe, es que él siguió observándolo de cerca siempre, sobretodo esos primeros días de ausencia, de dolor, de silencio, de oscuridad. 

Y es aún a día de hoy, que duerme a su lado sin que él lo sepa. Porque ya no deja rastro de pelitos, no mete la patita en vasos de agua ajenos, ya no deja marcas de huellas, pero ambos se dejaron marca en el alma. Y eso ni se olvida, ni se rompe. 

El ladronzuelo de agua sigue presente, y aunque el niño grande no cree en las almas, sí cree en las huellas en el corazón. Si más fácil es pensar así, dejemos que piense que sólo vive para siempre ahí dentro, en ese lugar acorazado donde cuesta entrar, y de donde él jamás saldrá. 


A un ser que quise, y curiosamente, quiero mucho, aún sin haberle conocido jamás, y que hace un año dejó de ser visible, que no de existir. Sé, por lo que me contaron, que tuviste buena y larga vida, que fuiste querido a más no poder, pelín travieso, y me consta, que bello. Sé que lo harás, pero sigue acompañando siempre a tu niño grande, que por más grande que sea, siempre será ese niño que con ilusión jugaba contigo, y creásteis ése vínculo que, sólo quienes hemos sido capaces de crearlo con los "nuestros", podemos entenderlo. 

Caricias y mimos para ti de una desconocida que te conoció de lejos, bonito T.



miércoles, 16 de marzo de 2022

En Canal. Decadencia.

 He abierto mi piel en pedazos esta noche, pero el dolor no se va.

Creo que estoy falta de hierro, porque ya no sepo a metal.

Las hendiduras son mi combate de esta noche contra la asfixia de sus manos alrededor de mi cuello.

Ya no puedo pedir ayuda, sólo cuento las horas.

Me lamo los dedos rojos, no es una estúpida cicatriz.

Yo soy la herida que nadie, nadie abraza.

Y en esta soledad sólo deseo que mi reloj deje de marcar.

Que mañana no amanezcan más mis días, que las lágrimas se acaben para siempre que esta angustia en el pecho por fin se encuentre ausente.

Que mañana lloren otros, que sólo en mi féretro un ramillete de mis flores favoritas pongan si ellos quieren. Violetas, Violetas. Que mis labios sean rojos al marchar, mi vestido negro y que me peine Zeus, que se le da bien: que al quemarme no me tiren como a todos al mar, sino que en las cumbres de mi isla llegue algún día a ser un árbol más.

Pero que por fin, que mañana no amanezca para mí. Lo siento por mi familia, si os deseo ése dolor. Pero el seguir hacia adelante no me hace sentir mejor. No nací para vivir, o mi vida se torció. Sólo sé que no sé en qué punto dejé de ser yo.

Y en esta fría noche, donde emano de mi interior, lágrimas, sangre y corazón, no encuentro en este universo alguien que quiera abrazarme hasta que me agote de llorar. Alguien a quien le importe tanto mi sentir que me apriete fuerte y me convenza una noche más de que valgo la pena, de que tengo que estar aquí. Y tan grande el universo dicen que es.

Que no amanezca. Por favor.


«Antes de ser grieta fui niña» 


domingo, 13 de marzo de 2022

En canal de verdad.

 Creo que esta es la entrada más dura y más cruda que voy a escribir. 

Nadie está obligadx a leerla, pero en su día abrí este blog anónimamente como método de desahogo personal, y aunque existan varias personas que ya me conozcan, hay otras muchas que no. Lo lamento por las que me conocen y a las que, relamente pueda afectarles de alguna manera las palabras que a continuación voy a expresar, pero sinceramente, mi pecho va a reventar.

Este blog contendrá material gráfico. Fotografías, canciones, y muchísimo contenido explícito detallado. Para empezar, la canción que me ha hecho detonar. No es una canción del todo triste, aunque empiece así; describiendo mi actual situación. De hecho es una canción que se transforma en optimista, pero ya yo no consigo verla así. He hecho un comentario en dicho vídeo, hablando de cómo me siento, por si queréis saber por dónde van los tiros.

 
Mi comentario en el vídeo

 

Bueno. Agradezco por su música, sus letras, como bien puedo agradecer a Chojín. Otro grande que me ayudó a llorar, a doblarme de dolor en pleno parque mientras trataba de descargar dolor y ansiedad, mientras lloraba intentando dejar ir a Israel. Quien a día de hoy, no sé por qué se fue. Después de diez años. Pero esta música, entre otras cosas, me ayudaron a remontar, a soltar, a echar, a recaer también, y a superar. A día de hoy, superé a quien era mi mejor amigo, a quien conocía de hacía más de 20 años, mi pareja de 10 años, la persona con quien iba a casarme, con quien iba a ser madre y con quien perdí un bebé y tengo adoptado un perro que ya, me hago la idea que no puedo ver. Me costó recaídas, me costó creer que jamás podría superarlo. Pero aprendí de mí misma que soy una persona que, una vez supero y entierro, ya no hay nada que haga volver.Nada me conmueve, excepto mi Odín y mi bebé. Nada más.

Cuando él me dejó, creí que jamás volvería a sentir amor. Que no volvería a dolerme el pecho hasta el punto de tener que volver a urgencias una y otra vez porque mis venitas absurdas dicen que por ahí mi sangre se niega a pasar a ese ritmo. No pensaba que volvería a ocurrirme el tener que decir adiós a un mejor amigo por culpa de una ruptura.Pero las palabras rompen, a la vez que llegan los recuerdos a coser de nuevo como si todo tuviera solución. Pero resuena lo peor, las disculpas no dichas, lo peor dicho a boca abierta, el tiro a bocajarro directo al pecho. El "no me importas", que no debería ser cierto pero empiezo a creerlo y me cuesta dejarlo marchar. Porque "aceptar que no nos quieren y sin querer irnos" es lo más duro, porque antes de aquella semana perfecta, existieron años, y siguieron cosas . Y el orgullo de mierda siempre rompe todo, hasta las amistades, y las historias más hermosas. Yo me aferro y me aferro, porque ya aprendí que cuando entierro no vuelvo. Y el dolor ahora es diferente a otros "bloqueos", porque otras veces no han existido estas palabras, otras veces no ha sucedido esto y he quedado tirada en una acera esperando bajo la lluvia un milagro que al menos una frase, sólo una, te haga recapacitar; "Si me importas, esto sólo es una pausa en la amistad". No quiero enterrar en mi mente aquellos atardeceres color mandarina, desde las fortalezas.

Y cada día vivo esto como si fuese un duelo, como si te estuviese enterrando. Y no quiero.

Esto me lleva a la primera parte del escrito. Porque todo empezó por algo. En el ordenador buscaba esta tarde fotografías del año pasado, para agregar al perfil de instagram y así poner la que tenía antiguamente, ya que era la que me gustaba de verdad. Está realizada en la cumbre de Gran Canaria, se me ve de lejos, en medio de la carretera, con el sol apunto de ponerse atravesándome el cuerpo. 

Entre esas fotografías, encontré más de ese día. "Sentir que somos alguien para alguien". Dios...

 


 

 Estas fotos fueron tomadas el 02 de junio de 2021. Sólo 4 días después intenté quitarme la vida.
He recortado de las fotos a la persona que estaba conmigo, a mi ex-cuñada, Alba, quien fue una buena compañía hasta ese entonces y le estaré agradecida por ello siempre aunque a raíz de aquello, todo murió. Murió todo, menos yo.
 
Llegó una tarde en la que no soporté más el dolor que venía arrastrando días y días, y no pensé en nadie.Anoté en un cuaderno unas palabras a toda prisa, mientras lloraba pero sin angustia. Lloraba feliz porque sabía que ése día acababa mi sufrimiento, pero como en todo, fracasé (y el dolor vino cuando fui consciente en el hospital de que había fallado, de que seguía viva, blasfemé y lloré con las pocas fuerzas que tuve y la poca consciencia que tenía. ¿Por qué a mí? ¿Qué hago aquí?). La nota de su1 c1d1 o la conservo. También ha sido un detonante para escribir esta entrada.Os voy a compartir unos fragmentos. Es cien por cien auténtica, pero por privacidad, no la compartiré entera porque hay partes que son demasiado explícitas. Sólo quiero que se vea lo que puede llegar a sentir (o no sentir) una persona, en esos momentos. Las personas que quieren dejar de vivir no son cobartes, no son personas que sean débiles, somos personas que ya no aguantamos el sufrimiento más. Y cada quien es libre, cada quien es libre de decidir hasta cuándo dura la esperanza.

Mis padres me encontraron en casa unas cinco horas tras la ingesta. Por precaución, no voy a especificar cantidades ni nombrar específicamente nombres de medicamentos, pero mezclé y tomé varias cajas de diferentes tratamientos de ansiedad, depresión, TLP y somníferos. Aparte de ello, bebí alcohol. Recuerdo que fue rápido así que, tomé todo habiendo preparado ya el lugar donde quería que me encontrasen (aunque no fue ahí donde lo hicieron), sentada en el suelo, apoyada entre mi cama y mi mesita de noche, con mi cogín favorito, el de color lila, que es cálido y confortable para apoyar la cabeza. Ahí sentada, empecé a tomarlo todo, y no recuerdo nada más. Pero pasaron cosas, mi casa estaba patas arriba, había sacado fotografías de amigos y familiares de álbumes, había hecho como tres cafeteras, bebido más alcohol... Y no recuerdo nada. Mis padres encontraron el percal, y me llevaron directa al hospital en cuanto vieron que todo estaba mal en mí. En cuanto vieron os blister de medicamentos vacíos en mi habitación.

Cuando estaba en la sala de espera tuve un poco de lucidez. Al darme cuenta de dónde estaba empecé a llorar, aún llevaba mis efectos personales. Fui al baño, e intenté desarmar una cu...lla. Siempre llevo en el bolso. Traté de c0r..me las muñecas pero no tenía fuerzas ni para desarmar eso, ni para hacerlo. Me hice una escabechina. Me sacaron del baño. Y me metieron adentro. Por la ingesta tan bestia y las horas que habían pasado, ya no podían hacerme lavado de estómago, literalmente un médico dijo que era un milagro que estuviese viva. Recuerdo decirle "vaya mierda de milagro". Sí. Lo sé. Qué desagradable. Imagínate que morir es mi sueño como el tuyo puede ser ir a Disneyland, y tienes ya el billete y todos los gastos pagados, estás en el aeropuerto y te dicen de repente que no, se cancela todo. Pues vaya mierda, ¿no? No hablaré demasiado de mi ingreso en psiquiatría, porque aparte de sentirme y ser tratada como basura, salvo por Manu (un celador que fue la única persona amable conmigo ahí dentro y por eso recuerdo su nombre), no hay demasiado que contar. No había tele, no habían libros, no habían más que paredes, habitaciones sin puerta, gritos, insultos, aislamiento, y recuerdo llorar todo, todo el tiempo. No podías hacer otra cosa. Lo curioso de esto es que ocurrió casi un año después de la ruptura, no fue un movimiento pasional. Fue algo mascado que ya no pude soportar más, cuando parecía estar mejor. Pero habían otros aspectos de mi vida que habían empeorado, y que no merecen cabida aquí, pero fueron duros de superar (y mentiría si dijese que estoy al 100% de ello. La última vez que fui a terapia, intenté terapia EMDR, que me ha servido para superar varios traumas sexuales, y no sexuales, y no fui capaz ni de soportar un minuto de sesión. Os hablo de unos 3,4 meses atrás. La gente que me conoce piensa que estoy mucho mejor, pero no saben lo que lucho a diario. Y es cierto que mi vida fue mejor durante bastante tiempo, hice cosas de las que estoy orgullosa. Pero últimamente hasta eso me resulta trivial. 
 
El amor no es un problema por sí, ni la amistad, ni la familia, ni la inestabilidad laboral, ni las enfermedades crónicas físicas y emocionales, ni los problemas de salud ajenos de personas que quieres cuando eres extremadamente empática, ni los palos... pero súmalo todo. El cócktail es interesante cuando debes beberlo de un tirón.No me vale eso de "¿no piensas en el sufrimiento que dejas atrás?", porque si no fuese por ése pensamiento, hace ya bastante que no estaría aquí. Pero ¿sabéis qué? Tampoco es agradable que te duela tanto la vida que a veces, sin darte cuenta, mires con rencor a tus progenitores, a tu familia, a la gente que realmente te aprecia, te quiere, a la gente a la que le importas de verdad, a esos amigos a los que sí les importas. No es agradable que de repente te salga mirarles con odio porque piensas que estás sufriendo "por su culpa", por aguantar por ellos. Sabes que no es así, que debes estar agradecida, pero así funciona la mente cuando el corazón duele tanto. "El sufrimiento que dejo atrás"... Nunca he dejado el sufrimiento atrás, siempre lo llevo conmigo lo veas o no. 
 
¿Sabéis lo que mi madre me dijo una vez? Me dio tan, tan, tan jodida, jodida que lloraba a gritos y sin aire, y le preguntaba como podía, si ella me perdonaría si lo conseguía. Ya sabéis el qué. Y ella, mi propia madre, llorando, me abrazó, y me dijo que tenía su perdón si me quitaba la vida. Así de jodida me ha visto mi madre.
 
 
 


 


Noches como la de hoy, deseo estar muerta, debería haber estado muerta hacía ya nueve meses y 7 días. Pero estoy escribiendo esto y siento cierto alivio de poder desahogarme, tengo el cuello del jersey empapado de las lágrimas que he derramado. Y tengo que reconocer que hace cuatro días estuve sentada en el suelo, con un bisturí en las manos.Tengo uno del curso de tanatopraxia (sin usar, evidentemente). Estuve llorando muy fuerte en el suelo, pensé en mi abuelo. Al par de horas pude levantarme, tomé una foto en manos, de un hombre que falleció cuando era pequeña y que me quería mucho, la abracé llorando y pedí fuerzas para continuar. El mundo se me está desmoronando de nuevo, como digo, no todo es tan simple como un sólo motivo de peso, que aún pesa más cuando parece que sólo me pesa a mí. Son más motivos, son más razones, es verme de nuevo en el mismo pozo donde me costó salir, es ver a mi abuelo como le veo, es ver que cada día veo peor a la gente que quiero, y me siento tan sola, que me ahogo en alcohol, pastillas y mis propias lágrimas.

Tengo ganas de seguir escribiendo, porque tengo mucho más que decir. Pero mis ojos, que dicen que son grandes, han desaparecido en mi cara. Cuento las horas. Ya sea para sanar milagrosamente estas heridas, o para que todo pare de una vez. Y mirad que estoy tratando de luchar, no soy un bollito en casa que se queda llorando como la primera vez, pero ya sabéis. La cabeza va allá donde uno va. 
Anoche lloré bailando bacalao en una discoteca, puesta hasta arriba.El resto de la noche la pasé de narices pero por algún motivo, siempre afloran las cosas cuando no lo esperas. 

Si no salgo hacia adelante, que nadie diga que no he luchado. Y si lo hago de nuevo, me cago en diez, qué pasada de tía. En cualquier caso, soy la hostia. Aún en la mierda estoy haciendo planes de viajes, de superación laboral y personal. No tengo ganas, pero los hago. Porque en un par de meses me vuelvo a la península si sigo en este mundo, y si la empapo de lágrimas, pues abril aguas mil, o aguas de mayo que siempre sean de agrado. 

Juro que lo intento. Con el corazón en el puño. Cada día más sola. Cada día más rota. Pero lo hago.



sábado, 15 de enero de 2022

Rota

 Cuando escribo me gusta poner canciones de fondo. Pero hoy nada me quiere sonar.

He vuelto a verte, he sentido tu tacto. He notado tu entusiasmo al mirarme, he observado de cerca tu sonrisa perfecta. He acariciado tu rostro y he llorado de emoción al ver que nada había cambiado. 

De repente tu rostro se escapó de mis manos, tu sonrisa dejó de estar arqueada y tus manos soltaron las mías. Te fundiste con el viento y desapareciste. De repente tu voz se convirtió en un eco que no podía escuchar y mientras intentaba no gritar de desesperación, me preguntaba qué puedo hacer para que regreses. Para que me sostengas un rato más que dure a eternidad. Me pregunto qué resulta en mí tan terrible. Me miro al espejo mientras hago pausas escribiendo esta entrada. Mis ojos están rojos, mis labios apretados, porque no puedo gritar. No puedo llorar. Mientras, siento que me parto en dos. 

Ya no sé quién soy. Y, ¿si quien se marchó fui yo y no tú? Y ahora soy ceniza en el aire y no puedo regresar. No puedo ser ceniza. No quiero. Y tampoco quiero que lo seas tú. Pero querer no es suficiente. Nunca fue suficiente nada de mí. Me rompo. Como cuando un cristal cae y es pisado, una y otra vez. Me siento como esos trocitos que nadie se atrevería jamás a armar. ¿Qué hay que armar? ¿Qué hay que amar?

 


lunes, 10 de enero de 2022

V

 No sé cómo empezar esto. Y ni siquiera sé si es lo que debo hacer.

Hay lugares de donde no te quieres marchar, y personas a las que no quieres alejar de tu vida.

Tú. Quien me otorgó sonrisas, nuevas ilusiones, momentos inolvidables; también lágrimas y frustraciones.

Te has marchado.

He guardado todos y cada uno de aquellos recuerdos que quería recolectar en un diario de viaje, e incluso un pequeño álbum de fotos que mandé a hacer y jamás llegué a enseñarte porque, la videollamada no era posible en ése momento. Lo he guardado todo, tal como estaba, sin ordenar, sin pegar, sin hacerlo bonito tal como quería, y lo he encerrado en una caja en el altillo. No soy capaz de mirar las fotos, los sobres de azúcar de la cafetería de Ronda, los billetes de tren, ni de guagua, ni los mapas, tampoco he podido abrir el álbum de fotos salvo aquél día que me llegó por correo y quise enseñártelo. Juro que era precioso.

Pero no puedo mirar nada de eso sin romper a llorar.

No puedo mirar los imanes que compré, ni la postal que me escribiste. No puedo. Y hasta la bola de nieve que descansa en mi salón, evito mirarla.

Ni siquiera fui capaz de escribir en sucio todas las cosas que hicimos cada día. Cómo nos sentimos. La paz de estar juntos en aquellos momentos ahora se ha convertido en guerra. Duele. Tanto que trato de no acordarme de nada, y a la vez no quiero olvidar un sólo detalle.

Contradictorio, ¿verdad? Odias las contradicciones, al igual que yo, pero sé que esta vez, si algún día llegas a leer esto, lo entenderás. 

No soporto recordarnos siendo felices, porque mis ojos se inhundan de nostalgia y de impotencia. Por lo que te quise, por lo que te quiero.Y por lo que ya no puedo expresarte. 

Odio aquella música que sonaba mientras me abrazabas frente al teatro romano. Odio a Ludovico Einaudi tras aquél dúo de quitarra mientras contemplábamos la belleza de aquél lugar mágico. Lo odio todo, porque quererte me está prohibido.Y ojalá volviese a recordar algo tan bello con una sonrisa que toque el cielo, pero te has marchado, y ya no puedo.

Sé que soy difícil, soy blanco o negro. No tengo paciencia, no soy perfecta ni un mínimo. Pero te quise. Ni siquiera sabrás jamás cuánto. 

Los abrazos, las noches de balcón, los blues, sólo tu mirada , el silencio y las sonrisas. 

Fuiste un bálsamo de intensidad, de emoción, de ilusión que se evaporó.

Y aquí estoy, derramando el dolor con letras. 

No fuimos para tan poco, amigo mío. O lo que quiera que fueras.

Mis heridas sanarán, y quizá tú llegues a evaporarte también en mis recuerdos. Llegará el día en el que abra esa caja que ahora descansa, llena de momentos felices que ahora son puro dolor, y quizá, sólo quizá, logren sacarme una mínima sonrisa. 

Te mentiría si dijese que temo que si vuelves lo hagas tarde. Cuando ya sólo quede alguna sonrisa desganada, incomparable con aquellas ganas de abrazarte al bajar del tren.

Te mentiría si te dijese que no imaginé tantísimas cosas. Las miradas no engañan, y me permití imaginar todo lo bueno que podría suceder a tu lado. Castañas asadas que aventuraban esto.

Te mentiría si no te dijese que me pesa el alma. Que no aguanto esto otra vez. Que me he derrumbado como hacía tiempo que no lo hacía.

Fui tuya. Pero, ¿de qué valdría ser la amada de un fantasma? De alguien que se fue. Que se evaporó como el humo de aquél tabaco en la madrugada. Pero fui tan tuya que ni tú te enteraste.

Decidiste decir adiós, ambos fuimos culpables. Pero así son las cosas.

Y con todo el dolor que me supone, por las risas, los memes, las tonterías, los besos, caricias, abrazos, discusiones, por aquél abrazo en la madrugada tras abrir la puerta, por no soportarnos en muchos momentos, con todo eso, ya no me queda más que velarte sabiendo que existes pero que no quieres estar en mi vida. Pero existes. En tu ciudad, en tu casa, en tu mundo, pero ya no en el mío, no conmigo.

Tu ex amiga rara.