Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

domingo, 18 de junio de 2023

siempre conmigo~

 Su cuerpo estaba aún tendido sobre la cama, inerte. Una cama que pretendía quedarse vacía, y era algo a lo que yo me negaba. No podía soportar la idea de no escuchar su voz nunca más, ni de no tomar café juntos por la mañana en nuestra pequeña terraza llena de flores y plantas colgantes, salvo los sábados que por costumbre íbamos a tomarlo a la cafetería de la plaza; ritual que habíamos seguido por más de treinta años. 

No soportaba la idea de no bromear juntos cada noche antes de dejarnos llevar por el sueño, uno junto al otro en nuestra cama. 

Ahora él estaba allí, pero ya no estaba. Ya no hablada, no apretaba mi cuerpo contra el suyo, ni me acariciaba la cara. Yo estaba de pie mirando su cuerpo a un lado, mientras me escocían los ojos y apenas podía ver con claridad. Mi cara no dejaba de estar mojada, pues el llanto me consumía por segundos desde hacía dos madrugadas; desde que dejó de respirar.

El dormitorio y la casa comenzaban a oler fuerte. Un olor desagradable que venía de él, del cuerpo de mi marido muerto. Era increíble para mí que ese olor pudiese provenir de alguien tan maravilloso, pero así es la vida. Y como parte de algo suyo, no quería tampoco desprenderme de él. 

"Querido... ¿por qué?", no dejaba de repetirlo en voz alta, quizá esperando una respuesta que sabía que no iba a llegar, y dicho conocimiento hacía que mi corazón se quebrase aún más. 

Rodeé la cama, y me tumbé por mi lado junto a él. Abracé su cuerpo frío y apoyé la cabeza en su pecho que ya no latía. Acaricié su cara, agarré fuerte su camiseta mientras me ahogaba en un llanto sordo y pedía explicaciones a Dios. Yo sólo quería despertar, quería que todo hubiese sido un sueño, y poder despertar con un aroma acafé recién hecho que me esperaba ya listo para tomar en la terraza. Quería escuchar su voz, quería decirle cuánto lo amaba y que él me escuchara y lo dijese de vuelta. Su nariz empezaba a expulsar fluidos que iba limpiándole a medida que me percataba de ello. Los pañuelos que utilizaba los estaba introduciendo en mi propio bolsillo, que ya estaba lleno, y pensaba conservar. No quería que se fuera, de ningún modo. No llamé a la funeraria, no avisé a nadie. Era mío, no quería que nadie se lo llevase.

Agarré su mano, una mano amarillenta que ya no sostenía la mía de vuelta. Coloqué sus dedos amagando que cerraban sobre los míos, queriendo sentirlo una vez más. Me incorporé un poco en la cama, y le miré. Besé su rostro, su frente, besé sus manos, e incluso bajé a besar sus pies. Esos pies que tanto caminaron a mi lado por este sendero que, a pesar de no ser fácil, fue infinitamente mejor a su lado. Esos pies que recorrieron junto a los míos tantos lugares bellos, tantos montes, tanta costa, tanta ciudad diferente. "Cariño, no te vayas, no me dejes", "¿Por qué me has abandonado?". 

Escuchaba sonar aquella canción, la de aquella noche que sólo vivimos los dos. Sonaba en mi cabeza sin parar, como un recordatorio de lo que me faltaría siempre a partir de ahora. ¿Cómo voy a hacerlo? ¿Cómo sin él? No podía dejar de mirarle. El hedor cada vez era más insoportable, pues todo su cuerpo se descomponía. Él iba a desaparecer. Yo misma me encontraba tumbada sobre sus fluidos en aquella cama, y lejos de sentir asco, me sentí reconfortada. Porque aquello era suyo. Formaba parte de la persona que amaba, de mi compañero. Me volví a dormir sobre su cadáver. Abrazada a él, a salvo.

 



Han pasado dos meses. Estoy tomando café en nuestra terraza. Llevo ropa negra, porque no consigo ver la vida de otro color desde que no estás, amor mío. Miro la calle desde la silla, veo personas pasear, gente ajena a lo que yo te quise, a lo que nosotros fuimos. No pasa una mañana en que no llore aquí sentada, en la que no pueda preparar un café sin sentir que mi pecho se encoje, en que no quiera estar muerta contigo. No pasa un día en el que no quiera una señal tuya, la que sea. Y a veces me pongo tu perfume, para sentir que puedo tenerte cerca, pero ni en lo más remoto se parece a cómo olía en ti. Se llevaron aquellas sábanas con tu cuerpo, y el colchón se lo llevaron a la fuerza nuestros hijos, quienes me llaman a diario y vienen a verme varias veces por semana. Creo que finalmente le pondrán al bebé tu nombre. Nuestro nieto llevará tu nombre, cielo. ¿Qué te parece? Ojalá y sea como tú, y pueda verte una vez más en los ojos de otra persona a la que voy a querer con todas las fuerzas que me quedan. 

¿Recuerdas nuestro viaje a Noruega? Qué felices éramos, allí donde sólo éramos dos, permitiéndonos solamente ser. Aquél aire fresco junto al lago, aquellas luces verdes del cielo. Tras ése viaje nos casamos, en privado, sin hacer ruido. Poco después llegó nuestro primer hijo, con quien te vi temer, y crecer como hombre, marido, padre. La vida que me has dado no merecía un cierre tan abrupto como este, nos dejaste con un hueco que jamás podremos llenar. Con una silla vacía que veo cada mañana, con tu hueco en el sofá de lectura en el que, de vez en cuando me acurruco con la manta para leer como hacías tú, hasta que las lágrimas me lo impiden. y, simplemente, apoyo me cabeza a un lado, y lloro hasta dormir. Qué vacío, qué silente está todo. Ya no encuentro la tapa de la pasta de dientes desenroscada sobre la encimera del baño, ni restos de la misma en el lavamanos. Ya no me topo con tus zapatos en cualquier lugar de la casa. Ya no encuentro jamás el estropajo de la cocina abajo al fondo de los platos. ¡Cómo odiaba eso! Y ahora lo daría todo,  por poder encontrarlo ahí. Lo daría todo, mi vida.




miércoles, 7 de junio de 2023

strangers~

 Aún recuerdo cuando miraba absorto mi reloj de arena. Sentado en el balcón, con la cara apoyada sobre mi mano esperando simplemente que los granitos fuesen cayendo de uno en uno hasta agotarse.


La luz de las estrellas y la luna lo hacían parecer todo más bonito dentro de la nostalgia. El azulado destello que se reflejaba en las paredes, en el cristal del reloj, en las plantas del balcón, y en mi propia piel nos hacía parecer mágicos. Pasaba absorto el tiempo mirando aquello tan aparentemente trivial, sin nada más en la mente; totalmente disociado de la realidad.


Mi reloj de arena. Hoy ya no queda nada. No está el reloj y ni siquiera hay luz. Tampoco estoy yo, ni las plantas viven. Fui un accesorio del propio tiempo que miré pasar mientras trataba de no pensar. Ignoras cuánto te quise, y cuánto te quise sobretodo aquella noche fría cuando volviste. Mi reloj de arena, te rompiste, tu interior se esparció al viento, y ya no queda nada.


Mi reloj de arena, aquella madrugada.


Quizá todo fue mentira, quizá todo un espejismo. Sólo sé que aquellas noches frías de balcón y de luna, quedarán siempre grabadas en mí, fuesen o no ciertas o fruto de mi disociada realidad.


Sabía que aquella vez que te miré, iba a ser la última. Siempre lo supe.


Mi reloj de arena, ya no existes y por tanto no tienes memoria. Pero aquello sí fue especial para mí, así que yo recordaré por ambos.


Que tengas buena vida <3


https://youtu.be/goeOUTRy2es 

martes, 10 de enero de 2023

~estupideces de una madrugada en calma

Y el amor que quedaba se evaporó,
como lo hace la lluvia de mayo sobre el suelo rasposo.
Sangraba un corazón que hace tiempo no latía,
salaban los ojos que sólo te veían a ti.
Se marchitaron las ilusiones, los recuerdos nítidos,
tus besos difusos.
Te lo llevaste todo con tu último golpe a mi ego,
a mi saco de los cariños a demostrar,
de esos que nunca dudé en regalarte
a sabiendas que no me darías más.
Se agotó mi sonrisa al pensarte,
mis brazos ya no están vacíos.
Los colibríes ya no agitan mi interior.
Me siento muerta por dentro,
bajo la calma que me sabe
de haberlo dado todo.
Lloran los olmos de este bosque,
y veo correr en el río nuestra imagen,
sin atascarnos en los cauces.
Veloz se va, y la dejo ir.
Ya no lloro. Es la mejor señal.
Todo parece inerte.
Me tumbo sobre la hierba mojada,
la lluvia cae en mi cara,
villa de Rota cruza mi mente.
¡Qué feliz fui!
Y ahora, que en este dulce recuerdo quiero descansar,
lo dejo todo. Que coman los buitres,
que rían los cuervos,
de los restos de mi carne,
del amor en mi recuerdo.



«Así que esto es lo que se siente». ~Logan💜. 

sábado, 3 de diciembre de 2022

Dos textos que tendrán el mismo valor que miúltimo párrafo enviado, o que mis palabras que quedaron finalmente sin escuchar, sin reproducir. Consciente de que no tiene valor nada de mí, y consciente de que ya no puedo seguir adelante porque no queda más de mí que romper, escribo con la esperanza de descargar mi corazón al aire, como hice anoche, insignificantemente. 

Mi dolor es tan fuerte por varios motivos, y me encantaría marcharme con uno de ellos, de esta vida para la que ya me han demostrado que no valgo. Quién quiere vivir así, sabiéndose nada, a pesar de todo.


texto 1

Si una sola caricia recibiera, que intentara recomponer mis pedazos, esparcidos tras mil bofetadas de odio e indiferencia. 

Si tan solo una caricia recibiera, que me demostrase que estaba equivocada, que sí que soy alguien, que sí que ha valido todo lo que he hecho. 

Si tan solo me abrazase un segundo, y sintiese el murmullo de mis piezas rotas, sabría que toda yo era corazón.

Si una sola caricia recibiera, vería que corto como el afilado viento gélido en un rostro desnudo; que estoy tan destrozada que nadie me amará jamás.

Si una sola caricia. Una sola. 

Si pudiese entender por qué he luchado tanto,

sin nunca obtener, ni tan siquiera un "perdón por destrozarte".

"Perdón por no haberte sabido valorar, ni haberte visto.

Por infravalorarte. Perdón por ayudar a romper lo nuestro

y cargarte a ti toda la culpa. Perdón por no secar tus lágrimas,

cuando has estado ahí, queriéndome, como a casi nadie,

cuando tus lágrimas te ahogaban".

Jamás. Y este es el destino, vivir vidas separadas, marchándonos odiándonos.

Tú por verme como me ves, y yo a ti porque no hayas visto todo lo demás.


texto 2

Empecé a escribir nuestras vivencias en un archivo, para que no perezcan como lo ha hecho esto que tanto me aferré a no perder. Escribo envuelta en llanto dejando que me abrace la tristeza, grande y rota, de haberme dado toda de mí, y no obtener de vuelta ni la empatía que cualquier persona regalaría a un animal herido. Y me comparo con un animal cualquiera cuando sé que he dado todo por ser más. Escribo sobre lo que se ha muerto y no volverá a ser, escribo sobre papel negro lo que jamás voy a poder perdonar. Mi llanto no obtuvo calma, mis acciones no tuvieron valor, mi llanto no tuvo sobrecogimiento, mi persona era la más prescindible a pesar de todo. 

Escribo sin mirar mis palabras, sabiendo que estoy vomitando con las teclas un sentimiento que ya no sé describir. Quise dar todo, todo de mí, y ya no queda nada, y mis restos se esparcen por el suelo mojado donde pisas fuerte sin mirar atrás; mis esfuerzos, sueños, cariño, apoyo y esperanzas. Mi amor. Todo deshechado por quien consideró mi todo, como nada. ¿Qué tan rico debería ser ahora que no me necesitaba? 

Me escuecen los ojos, me duele el pecho, y diría que es el alma rota que brama desde dentro, pero siento como si mi alma también hubiese muerto. Ya no queda nada, nada de mí. He borrado eso que al parecer odiabas, mi huella en tu vida pública. Porque aparte de no valer de nada en conjunto, ni mis acciones ni yo, también debemos estar bajo una alfombra.

martes, 1 de noviembre de 2022

.

La decepción es el arma más letal.

Es la única capaz de acumularse de a poco,

o de repente ser lo suficientemente grande,

para cargárselo todo en un instante.


Ni mis lágrimas, ni la sangre que emana de mí,

ni lo que conllevaba todo lo de nos,

nada fue jamás importante,

nada suficiente.

Llora, puta, muérete retorcida de dolor.


La decepción,

ya no queda nada. 

miércoles, 12 de octubre de 2022

~Sólo un sueño estúpido que me hizo sentir otra vez como si estuviera en el cielo~

 Ahora mismo este dormitorio es un cielo, idílico, blanco, feliz.

Estoy junto a ti en la cama de sábanas blancas, y lo más puro que veo es tu alma en este instante. Estoy recostada de lado, mi brazo izquierdo está elevado y mi cabeza reposa sobre él, mientras que la mano derecha descansa junto a mis labios fríos, y sin darme cuenta, de comisuras ligeramente arqueadas. Y ¿cómo no iban a arquearse al mirarte? Si de sólo pensarte se elevan al cielo.

Ahí estas, abriendo los ojos despertando de tu sueño. Ése en el que me gustaría estar sumergida de vez en cuando. Me miras, y ambos nos regalamos una sonrisa. Te colocas en postura espero para estar frente a mí y mirarme fijamente.

Sólo nos oteamos y deleitamos el uno con el otro en silencio. Casi escucho nuestro latir conjunto y siento, que somos uno sólo, que no existe nadie más en el universo. Nuestro olor, nuestra esencia es lo único que existe. Tu corazón latiendo en calma con el mío, porque estar a tu lado es mi droga más pura, la que me hace volar mirando al cielo sin cambiar de espacio.

De repente me pongo boca arriba sin cambiar el sentido de mi cabeza, te miro y ahora sonrío más. Tú ríes. «¿Qué pasa?» preguntas entre risotadas secas, de esas de las tuyas que tanto me gustan. Te sonrío ampliamente: «Ya es hora...». Giro mi rostro hacia el lado contrario y hago el amago de levantarme, pero me abordas con tu cuerpo y me dices que no, que no me voy a ninguna parte. Ambos reímos y nos miramos fijamente a los ojos. Tremenda una conexión que se forja en esa intimidad cuando te carcajeas y las miradas se mantienen, tiernas, temblorosas, encorvadas, brillantes. Llevo una camisa de tirantes de raso, color azul celeste, que cubres ahora con tu torso desnudo. El beso se hace de rogar, pero ambos nos devoramos cariñosamente con sólo vernos así. Siendo dos piezas de un puzzle único, encajando perfectamente, siendo dos en un mismo ser en este momento, siendo dos que se aman sin pronunciarlo, siendo. Sólo siendo. Tú y yo, yo para ti y tú para mí. Somos para nosotros. En un Ahora fugaz que parece un Siempre. Somos únicos siendo para con nosotros, pues yo jamás fui así con otra persona, y tú tampoco has sido igual antes, a la persona que eres cuando estás conmigo. Y ahora sé más que nunca, que tus dos luceros son la entrada a un universo donde me quedaría a vivir.

Jugueteamos un poco mientras yo finjo que quiero zafarme de tus brazos, y tú me fuerzas a quedarme en la cama contigo. Reímos y reímos. «No te vayas», me dices con la voz un poco más apagada. Acaricio tu rostro, tu pelo, tus labios... Te sonrío con la tristeza que supone una despedida. «Es hora de despertar».




jueves, 22 de septiembre de 2022

cf

Campos fríos. Donde una deshielada brisa de nube acaricia el valle abandonado que encierra un alma rota. Campos fríos, donde la luna se esconde tras nubes negras que amenazan tempestad para los corazones heridos.

Campo frío de campos, donde se amontonan los cuerpos inertes  de todos aquellos que se atrevieron a luchar batallas anunciadas perdidas desde antes de empezar.

Expresiones rígidas, expresiones de lamento, de dolor intenso a un nivel exacerbado. Benditas sean sus almas que vagan sin rumbo por estos campos fríos. Campos de gritos ahogados, de silentes llantos, de murmullos que se escuchan ahora de la nada, como propagaciones eternas de lo no alcanzado. Aquí en las batallas de los campos fríos.