Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

martes, 4 de abril de 2017

Carta a un anónimo. Una carta que necesito escribir.

Hola anónimo,

¿cómo estás? Espero que estés bien, que la vida esté siendo justa contigo. Yo por mi parte, estoy aquí. Mirando mis cicatrices, pero bien en general. No te creas que ha sido fácil sanar algunas cosas. Sobretodo aquellas que ya tenía asimiladas. Aquellas que llevo años jurando y perjurando sobre mí misma, y afirmándolas ante un espejo las pocas veces que conseguía mirarme en él. Aunque nunca lograba encontrarme conmigo misma en esas imágenes que me devolvía triste el espejo. Han sido años de estar desaparecida, y años de ni siquiera buscarme, pues tampoco creía que mereciera la pena. Pero vaya que merecía la pena hacerlo... y aunque he pasado años, miles de noches, de creerme una mierda en esta vida, llegó el momento de darme la mano a mí misma y ayudarme a saberme mejor.

Fueron muchas las noches que pasé dañándome,  y hasta mis días eran oscuros. A mi alrededor no había nadie que me convenciese de que yo valía la pena. Ni siquiera creía a aquellos que me quieren, y llegaba a pensar que no merecía ser querida, y por lo tanto había veces que también dudaba de la certeza de sus palabras.

¿Recuerdas los insultos? Yo sí. Recuerdo cuando me llamabas "gilipollas". Cuando decías que yo no valía nada como mujer, que no me extrañase si algún día te ibas con cualquier otra, porque seguro que cualquiera valía más que yo. Recuerdo cuando decías que no sabías por qué estabas con alguien tan mierda como yo, con alguien que no era ni sería nada en su vida. Y lo que peor llevo de esto en este momento, es recordar que yo te pedía perdón por ser tan poca cosa para ti, y te juraba que trataría de ser mejor para que estuvieses orgulloso de mí, y quisieras estar conmigo. Recuerdo con tristeza a tu madre, quien tantas veces lloró conmigo al teléfono, o sentadas las dos en aquella cocina. Recuerdo pedirte perdón una y otra vez porque te sintieras decepcionado de mí.

Recuerdo cuando me animaste a dejar de estudiar, porque aquello no era para mí. Recuerdo dejar bachillerato a mitad porque te creía cuando me decías que yo en el instituto no hacía nada. Y cuando lo hice, cuando lo dejé, me dijiste que nunca iba a llegar a nada en la vida, porque no tenía nada. Y que tú, sin embargo, tenías ya casi un título de un grado superior para el cual, no sé si te acuerdas, yo te obligué a hacer la matrícula, porque tú habías tirado la toalla. Yo te la rellené, te acompañé a pagar las cuotas y te acompañé a entregarla para cerciorarme de que hacías lo mejor para ti. No te equivocabas del todo al decir que no llegaría a nada en la vida, puesto que no ha sido hasta día de hoy que he decidido hacer algo con ella, y salir del pozo en el que estaba metida. Pero como puedes leer entre líneas, he empezado por sanarme desde adentro. He empezado por sanarte. Por sanar al hombre que entre susurros me humillaba siempre que podía, mientras que a ojos de los demás, era el bueno de la historia.Qué sola me sentí, anónimo. Sola mientras me fustigaba a mí misma por no ser nunca suficiente, o por ser directamente nada. Y ese sentimiento, esa percepción de mí misma, no te creas que desapareció contigo, no. Se está marchando ahora, tras muchos años en los que ya ni siquiera quedaban lágrimas para llorar tanta decepción. Años en los que reemplacé las lágrimas que no llegaban por arañazos y cortes en mi piel, pues era la forma de liberar mi ansiedad. 

Aún así te doy las gracias por la experiencia de casi 3 años de relación que tuvimos. Pues de ella saqué en claro qué es lo que no quiero para mí. Porque aunque me haya llevado años de trabajo personal, ahora afirmo que todo eso no es para mí. Yo no lo merezco. No nos merecíamos en absoluto. Y espero que aquello te sirviese de algo, para no tratar jamás a ninguna otra persona como me trataste a mí.

De ti no echo nada de menos, ni siquiera tu nombre. Sin embargo, quería escribirte para desearte lo mejor. Es el último paso para dejarte ir para siempre. Ya tus palabras han sido extirpadas, y las heridas, cosidas y sanadas. Y espero que por tu parte, hayas sanado también.

Hasta nunca, anónimo.
Eneida.


Detrás.

Vuélvete un segundo
¿acaso no escuchas mis pasos a tus espaldas?
¿No sientes mi aliento desesperado?

Vamos, vuélvete. Estoy aquí.
Mírame por un segundo y quizás así,
a través de mis ojos recuerdes los motivos
que me impiden dejar de seguirte.