Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

sábado, 26 de marzo de 2022

T.

Su mirada se iba apagando poco a poco, al igual que sus ganas de subir a los muebles, al sofá. Las ganas de jugar. E incluso era doloroso probablemente estar en brazos. Disfrutar de los últimos cariños era más importante que huir del dolor, pues así confortaba a los que le querían, y a su propia alma. Últimos momentos en familia; él lo sabía. Le tocaba partir, y sabía que su ausencia dejaría tras de sí un halo de vacío y dolor que no sería reemplazable, así que, había que darles los últimos momentos de compañía. 

Él sabía que se iba, pero quizá no era consciente de los preciosos recuerdos que dejaría marcados para siempre en los corazones de quienes le habían querido con todo el corazón. La compañía de un niño que ya creció y a quien volvió a ver llorar como cuando era niño antes de partir. Lo que quizá este niño grande no sabe, es que él siguió observándolo de cerca siempre, sobretodo esos primeros días de ausencia, de dolor, de silencio, de oscuridad. 

Y es aún a día de hoy, que duerme a su lado sin que él lo sepa. Porque ya no deja rastro de pelitos, no mete la patita en vasos de agua ajenos, ya no deja marcas de huellas, pero ambos se dejaron marca en el alma. Y eso ni se olvida, ni se rompe. 

El ladronzuelo de agua sigue presente, y aunque el niño grande no cree en las almas, sí cree en las huellas en el corazón. Si más fácil es pensar así, dejemos que piense que sólo vive para siempre ahí dentro, en ese lugar acorazado donde cuesta entrar, y de donde él jamás saldrá. 


A un ser que quise, y curiosamente, quiero mucho, aún sin haberle conocido jamás, y que hace un año dejó de ser visible, que no de existir. Sé, por lo que me contaron, que tuviste buena y larga vida, que fuiste querido a más no poder, pelín travieso, y me consta, que bello. Sé que lo harás, pero sigue acompañando siempre a tu niño grande, que por más grande que sea, siempre será ese niño que con ilusión jugaba contigo, y creásteis ése vínculo que, sólo quienes hemos sido capaces de crearlo con los "nuestros", podemos entenderlo. 

Caricias y mimos para ti de una desconocida que te conoció de lejos, bonito T.



miércoles, 16 de marzo de 2022

En Canal. Decadencia.

 He abierto mi piel en pedazos esta noche, pero el dolor no se va.

Creo que estoy falta de hierro, porque ya no sepo a metal.

Las hendiduras son mi combate de esta noche contra la asfixia de sus manos alrededor de mi cuello.

Ya no puedo pedir ayuda, sólo cuento las horas.

Me lamo los dedos rojos, no es una estúpida cicatriz.

Yo soy la herida que nadie, nadie abraza.

Y en esta soledad sólo deseo que mi reloj deje de marcar.

Que mañana no amanezcan más mis días, que las lágrimas se acaben para siempre que esta angustia en el pecho por fin se encuentre ausente.

Que mañana lloren otros, que sólo en mi féretro un ramillete de mis flores favoritas pongan si ellos quieren. Violetas, Violetas. Que mis labios sean rojos al marchar, mi vestido negro y que me peine Zeus, que se le da bien: que al quemarme no me tiren como a todos al mar, sino que en las cumbres de mi isla llegue algún día a ser un árbol más.

Pero que por fin, que mañana no amanezca para mí. Lo siento por mi familia, si os deseo ése dolor. Pero el seguir hacia adelante no me hace sentir mejor. No nací para vivir, o mi vida se torció. Sólo sé que no sé en qué punto dejé de ser yo.

Y en esta fría noche, donde emano de mi interior, lágrimas, sangre y corazón, no encuentro en este universo alguien que quiera abrazarme hasta que me agote de llorar. Alguien a quien le importe tanto mi sentir que me apriete fuerte y me convenza una noche más de que valgo la pena, de que tengo que estar aquí. Y tan grande el universo dicen que es.

Que no amanezca. Por favor.


«Antes de ser grieta fui niña» 


domingo, 13 de marzo de 2022

En canal de verdad.

 Creo que esta es la entrada más dura y más cruda que voy a escribir. 

Nadie está obligadx a leerla, pero en su día abrí este blog anónimamente como método de desahogo personal, y aunque existan varias personas que ya me conozcan, hay otras muchas que no. Lo lamento por las que me conocen y a las que, relamente pueda afectarles de alguna manera las palabras que a continuación voy a expresar, pero sinceramente, mi pecho va a reventar.

Este blog contendrá material gráfico. Fotografías, canciones, y muchísimo contenido explícito detallado. Para empezar, la canción que me ha hecho detonar. No es una canción del todo triste, aunque empiece así; describiendo mi actual situación. De hecho es una canción que se transforma en optimista, pero ya yo no consigo verla así. He hecho un comentario en dicho vídeo, hablando de cómo me siento, por si queréis saber por dónde van los tiros.

 
Mi comentario en el vídeo

 

Bueno. Agradezco por su música, sus letras, como bien puedo agradecer a Chojín. Otro grande que me ayudó a llorar, a doblarme de dolor en pleno parque mientras trataba de descargar dolor y ansiedad, mientras lloraba intentando dejar ir a Israel. Quien a día de hoy, no sé por qué se fue. Después de diez años. Pero esta música, entre otras cosas, me ayudaron a remontar, a soltar, a echar, a recaer también, y a superar. A día de hoy, superé a quien era mi mejor amigo, a quien conocía de hacía más de 20 años, mi pareja de 10 años, la persona con quien iba a casarme, con quien iba a ser madre y con quien perdí un bebé y tengo adoptado un perro que ya, me hago la idea que no puedo ver. Me costó recaídas, me costó creer que jamás podría superarlo. Pero aprendí de mí misma que soy una persona que, una vez supero y entierro, ya no hay nada que haga volver.Nada me conmueve, excepto mi Odín y mi bebé. Nada más.

Cuando él me dejó, creí que jamás volvería a sentir amor. Que no volvería a dolerme el pecho hasta el punto de tener que volver a urgencias una y otra vez porque mis venitas absurdas dicen que por ahí mi sangre se niega a pasar a ese ritmo. No pensaba que volvería a ocurrirme el tener que decir adiós a un mejor amigo por culpa de una ruptura.Pero las palabras rompen, a la vez que llegan los recuerdos a coser de nuevo como si todo tuviera solución. Pero resuena lo peor, las disculpas no dichas, lo peor dicho a boca abierta, el tiro a bocajarro directo al pecho. El "no me importas", que no debería ser cierto pero empiezo a creerlo y me cuesta dejarlo marchar. Porque "aceptar que no nos quieren y sin querer irnos" es lo más duro, porque antes de aquella semana perfecta, existieron años, y siguieron cosas . Y el orgullo de mierda siempre rompe todo, hasta las amistades, y las historias más hermosas. Yo me aferro y me aferro, porque ya aprendí que cuando entierro no vuelvo. Y el dolor ahora es diferente a otros "bloqueos", porque otras veces no han existido estas palabras, otras veces no ha sucedido esto y he quedado tirada en una acera esperando bajo la lluvia un milagro que al menos una frase, sólo una, te haga recapacitar; "Si me importas, esto sólo es una pausa en la amistad". No quiero enterrar en mi mente aquellos atardeceres color mandarina, desde las fortalezas.

Y cada día vivo esto como si fuese un duelo, como si te estuviese enterrando. Y no quiero.

Esto me lleva a la primera parte del escrito. Porque todo empezó por algo. En el ordenador buscaba esta tarde fotografías del año pasado, para agregar al perfil de instagram y así poner la que tenía antiguamente, ya que era la que me gustaba de verdad. Está realizada en la cumbre de Gran Canaria, se me ve de lejos, en medio de la carretera, con el sol apunto de ponerse atravesándome el cuerpo. 

Entre esas fotografías, encontré más de ese día. "Sentir que somos alguien para alguien". Dios...

 


 

 Estas fotos fueron tomadas el 02 de junio de 2021. Sólo 4 días después intenté quitarme la vida.
He recortado de las fotos a la persona que estaba conmigo, a mi ex-cuñada, Alba, quien fue una buena compañía hasta ese entonces y le estaré agradecida por ello siempre aunque a raíz de aquello, todo murió. Murió todo, menos yo.
 
Llegó una tarde en la que no soporté más el dolor que venía arrastrando días y días, y no pensé en nadie.Anoté en un cuaderno unas palabras a toda prisa, mientras lloraba pero sin angustia. Lloraba feliz porque sabía que ése día acababa mi sufrimiento, pero como en todo, fracasé (y el dolor vino cuando fui consciente en el hospital de que había fallado, de que seguía viva, blasfemé y lloré con las pocas fuerzas que tuve y la poca consciencia que tenía. ¿Por qué a mí? ¿Qué hago aquí?). La nota de su1 c1d1 o la conservo. También ha sido un detonante para escribir esta entrada.Os voy a compartir unos fragmentos. Es cien por cien auténtica, pero por privacidad, no la compartiré entera porque hay partes que son demasiado explícitas. Sólo quiero que se vea lo que puede llegar a sentir (o no sentir) una persona, en esos momentos. Las personas que quieren dejar de vivir no son cobartes, no son personas que sean débiles, somos personas que ya no aguantamos el sufrimiento más. Y cada quien es libre, cada quien es libre de decidir hasta cuándo dura la esperanza.

Mis padres me encontraron en casa unas cinco horas tras la ingesta. Por precaución, no voy a especificar cantidades ni nombrar específicamente nombres de medicamentos, pero mezclé y tomé varias cajas de diferentes tratamientos de ansiedad, depresión, TLP y somníferos. Aparte de ello, bebí alcohol. Recuerdo que fue rápido así que, tomé todo habiendo preparado ya el lugar donde quería que me encontrasen (aunque no fue ahí donde lo hicieron), sentada en el suelo, apoyada entre mi cama y mi mesita de noche, con mi cogín favorito, el de color lila, que es cálido y confortable para apoyar la cabeza. Ahí sentada, empecé a tomarlo todo, y no recuerdo nada más. Pero pasaron cosas, mi casa estaba patas arriba, había sacado fotografías de amigos y familiares de álbumes, había hecho como tres cafeteras, bebido más alcohol... Y no recuerdo nada. Mis padres encontraron el percal, y me llevaron directa al hospital en cuanto vieron que todo estaba mal en mí. En cuanto vieron os blister de medicamentos vacíos en mi habitación.

Cuando estaba en la sala de espera tuve un poco de lucidez. Al darme cuenta de dónde estaba empecé a llorar, aún llevaba mis efectos personales. Fui al baño, e intenté desarmar una cu...lla. Siempre llevo en el bolso. Traté de c0r..me las muñecas pero no tenía fuerzas ni para desarmar eso, ni para hacerlo. Me hice una escabechina. Me sacaron del baño. Y me metieron adentro. Por la ingesta tan bestia y las horas que habían pasado, ya no podían hacerme lavado de estómago, literalmente un médico dijo que era un milagro que estuviese viva. Recuerdo decirle "vaya mierda de milagro". Sí. Lo sé. Qué desagradable. Imagínate que morir es mi sueño como el tuyo puede ser ir a Disneyland, y tienes ya el billete y todos los gastos pagados, estás en el aeropuerto y te dicen de repente que no, se cancela todo. Pues vaya mierda, ¿no? No hablaré demasiado de mi ingreso en psiquiatría, porque aparte de sentirme y ser tratada como basura, salvo por Manu (un celador que fue la única persona amable conmigo ahí dentro y por eso recuerdo su nombre), no hay demasiado que contar. No había tele, no habían libros, no habían más que paredes, habitaciones sin puerta, gritos, insultos, aislamiento, y recuerdo llorar todo, todo el tiempo. No podías hacer otra cosa. Lo curioso de esto es que ocurrió casi un año después de la ruptura, no fue un movimiento pasional. Fue algo mascado que ya no pude soportar más, cuando parecía estar mejor. Pero habían otros aspectos de mi vida que habían empeorado, y que no merecen cabida aquí, pero fueron duros de superar (y mentiría si dijese que estoy al 100% de ello. La última vez que fui a terapia, intenté terapia EMDR, que me ha servido para superar varios traumas sexuales, y no sexuales, y no fui capaz ni de soportar un minuto de sesión. Os hablo de unos 3,4 meses atrás. La gente que me conoce piensa que estoy mucho mejor, pero no saben lo que lucho a diario. Y es cierto que mi vida fue mejor durante bastante tiempo, hice cosas de las que estoy orgullosa. Pero últimamente hasta eso me resulta trivial. 
 
El amor no es un problema por sí, ni la amistad, ni la familia, ni la inestabilidad laboral, ni las enfermedades crónicas físicas y emocionales, ni los problemas de salud ajenos de personas que quieres cuando eres extremadamente empática, ni los palos... pero súmalo todo. El cócktail es interesante cuando debes beberlo de un tirón.No me vale eso de "¿no piensas en el sufrimiento que dejas atrás?", porque si no fuese por ése pensamiento, hace ya bastante que no estaría aquí. Pero ¿sabéis qué? Tampoco es agradable que te duela tanto la vida que a veces, sin darte cuenta, mires con rencor a tus progenitores, a tu familia, a la gente que realmente te aprecia, te quiere, a la gente a la que le importas de verdad, a esos amigos a los que sí les importas. No es agradable que de repente te salga mirarles con odio porque piensas que estás sufriendo "por su culpa", por aguantar por ellos. Sabes que no es así, que debes estar agradecida, pero así funciona la mente cuando el corazón duele tanto. "El sufrimiento que dejo atrás"... Nunca he dejado el sufrimiento atrás, siempre lo llevo conmigo lo veas o no. 
 
¿Sabéis lo que mi madre me dijo una vez? Me dio tan, tan, tan jodida, jodida que lloraba a gritos y sin aire, y le preguntaba como podía, si ella me perdonaría si lo conseguía. Ya sabéis el qué. Y ella, mi propia madre, llorando, me abrazó, y me dijo que tenía su perdón si me quitaba la vida. Así de jodida me ha visto mi madre.
 
 
 


 


Noches como la de hoy, deseo estar muerta, debería haber estado muerta hacía ya nueve meses y 7 días. Pero estoy escribiendo esto y siento cierto alivio de poder desahogarme, tengo el cuello del jersey empapado de las lágrimas que he derramado. Y tengo que reconocer que hace cuatro días estuve sentada en el suelo, con un bisturí en las manos.Tengo uno del curso de tanatopraxia (sin usar, evidentemente). Estuve llorando muy fuerte en el suelo, pensé en mi abuelo. Al par de horas pude levantarme, tomé una foto en manos, de un hombre que falleció cuando era pequeña y que me quería mucho, la abracé llorando y pedí fuerzas para continuar. El mundo se me está desmoronando de nuevo, como digo, no todo es tan simple como un sólo motivo de peso, que aún pesa más cuando parece que sólo me pesa a mí. Son más motivos, son más razones, es verme de nuevo en el mismo pozo donde me costó salir, es ver a mi abuelo como le veo, es ver que cada día veo peor a la gente que quiero, y me siento tan sola, que me ahogo en alcohol, pastillas y mis propias lágrimas.

Tengo ganas de seguir escribiendo, porque tengo mucho más que decir. Pero mis ojos, que dicen que son grandes, han desaparecido en mi cara. Cuento las horas. Ya sea para sanar milagrosamente estas heridas, o para que todo pare de una vez. Y mirad que estoy tratando de luchar, no soy un bollito en casa que se queda llorando como la primera vez, pero ya sabéis. La cabeza va allá donde uno va. 
Anoche lloré bailando bacalao en una discoteca, puesta hasta arriba.El resto de la noche la pasé de narices pero por algún motivo, siempre afloran las cosas cuando no lo esperas. 

Si no salgo hacia adelante, que nadie diga que no he luchado. Y si lo hago de nuevo, me cago en diez, qué pasada de tía. En cualquier caso, soy la hostia. Aún en la mierda estoy haciendo planes de viajes, de superación laboral y personal. No tengo ganas, pero los hago. Porque en un par de meses me vuelvo a la península si sigo en este mundo, y si la empapo de lágrimas, pues abril aguas mil, o aguas de mayo que siempre sean de agrado. 

Juro que lo intento. Con el corazón en el puño. Cada día más sola. Cada día más rota. Pero lo hago.