-¿A dónde ibas con este tiempo, alma de cántaro?
-Cuando salí de casa no había una nube en el cielo. Acabo de salir de una entrevista, y daba un paseo antes de tomar el bus para ir a casa, y ya ves. En medio del paseo empezó el diluvio.
-Pobre Antonieta... -dijo en tono burlón.
-¡No me llames así!- dije intentando parecer molesta bajo una sonrisa de oreja a oreja y le daba una palma inofensiva en el muslo.
-Vale, Toni. Estamos casi llegando a mi casa, te quedas a comer, te dejo alguna muda mía, y luego te alcanzo a tu casa. ¿Te parece?
-Me has hecho el plan del día, ¡menos mal!, porque no tenía ninguno.- Dije sarcástica.
-Tengo lasaña para comer...
Ambos reímos. Roberto era mayor que yo, y aunque no teníamos una amistad como tal, sí que nos llevábamos muy bien y siempre había complicidad entre nosotros. Me gustaba su compañía, me relajaba.
No tardamos en llegar a su piso. Roberto aparcó el coche y ambos salimos, a la cuenta de tres, corriendo de él hacia el portal del edificio. Su casa desprendía un olor fresco y era más luminosa de lo que había imaginado. Me quedé en el recibidor para no mojar más de la cuenta el suelo. Me descalcé, vi que tenía arrugados incluso los dedos de los pies y eché a reír. Me saqué el abrigo y recogí mi pelo en un bollo alto desenfadado, de estos que me hago a diario para estar por casa. Roberto apareció por el pasillo con una camiseta azul y un pantalón corto de deporte.
-No tengo pantalones que te valgan bien, esto es lo único que tengo.
-Está bien, no te preocupes.
Cogí las prendas y me fui al cuarto de baño para cambiarme. Dudé si la camiseta me serviría, pues él era más delgado que yo. Bastante más, diría. Finalmente tras luchar un poco, entré en la ropa. Aunque quedé marcada por todas partes debido a lo apretada que me quedaba. Salí sonrojada y escuché tenue música en el salón. Caminé descalza en silencio, escuchando la música en busca de Roberto. Reconocía la canción; me encantaba. "No me beses en la boca", de Kutxi Romero. Finalmente a mano izquierda encontré la cocina y allí estaba de espaldas él, mirando dos botellas de vino. Me apoyé en el marco de la puerta y puse mi mano en la cintura.
-¿Buscas el más barato?
Roberto se asustó y dio un brinco que luego trató de disimular. Sonrió.
-Claro, ¿crees acaso que voy a abrir un vino caro para ti? -se paró a mirarme de arriba a abajo y puntualizó-; no parece mi ropa en ti. Ni pareces tú. -Levantó ambas botellas- ¿tinto o blanco?
-Tinto. Pero no es necesario que...
-Eres de las mías.- Interrumpió mientras sacaba dos copas y se dirigía con todo al salón. - Aún es temprano para almorzar, vente para "acá".
Nos sentamos en el sofá, con la música de fondo y la voz rota de Kutxi nos hacía los ecos llenando los espacios en los que dejábamos de hablar para beber o para mirarnos.
Allí sentada a su lado, con su ropa, con su vino, con una música que ahora sería suya también, de repente por un segundo, también me sentí de él. Tenía la sensación de que quería rozarme, de que quería acercarse a mí y besarme mientras sostenía mi rostro en su mano libre. Me sorprendí a mí misma deseando que lo hiciese.
que belleza describes tan bien lo que sientes que nos llevqs de la mano con tu texto
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, me alegro que te haya gustado. Besos!
Eliminar¿Continuará? Dime que sí :(
ResponderEliminarUn besote
Es posible... :)
EliminarBesos
Buenas madrugadas , gracias por entrar en mi blog , te devuelvo la visita y tengo que decirte que bonito escribes tú , el relato me ha gustado mucho , es sencillo , creíble y todo sentimiento así pues bravo por hacer que mientras lo lea sentirme bien .
ResponderEliminarUn abrazo y gracias .
Buenos días! Gracias por visitarme, me alegra que te haya resultado bonito y agradable de leer.
EliminarMil gracias otra vez, un besote!
Lo que pasa es que debe ser imposible para quien esté sentado a tu lado no intentar besar esa boca llena de enigmas...
ResponderEliminarAllí va otro abrazo.
De momento sólo fue la imaginación de Antonieta la que imaginaba dulces sus labios sobre los suyos... El pensamiento de él, aún no lo sabemos. Aunque podemos imaginarlo, ¿verdad?
EliminarQué lindas palabras tienes siempre, Navegante.
Un abrazote
Lo que puede dar de sí un día de lluvia desapacible...
ResponderEliminarBonita canción que no conocía seguro que enmarca de maravilla una historia de amor que nace. Si te soy sincera me gustó mucho tu relato aunque me sorprendió mucho la pregunta de ella sobre el vino...
Feliz inicio de otoño si vives en este lado del mundo como creo, un beso!
Gracias por leerme, Chusa, y por tan bonitas palabras. La pregunta fue una broma en tono irónico. Suelo trasladar mi propio humor a los relatos de vez en cuando jeje
EliminarFeliz inicio de otoño para ti también; para mí es la mejor época del año.
Un besote!
hola! te devolvemos la visita y compartimos el escrito! saludosbuhos.
ResponderEliminarHola! Muchísimas gracias, qué amable!
EliminarUn besote a un búho!
Hola amiga:
ResponderEliminarEn cuanto a la forma la encuentro muy fluida y directa, el intercambio del monólogo al diálogo le confiere ese ritmo necesario para que la historia "enganche" al lector a través de esta trama que por supuesto queda abierta a nuevos capítulos, aunque eso ya es voluntad tuya, como autora.
En cuanto al contenido, me parece interesante, puesto que en general cualquiera de nosotr@s (lectores), podemos vernos reflejados en ambos protagonistas, asi como la descripción de los detalles y la música también nos ayudan a imaginarnos este escenario.
Mi modesta opinión es muy buena y quedas invitada a continuarla o dejarla tal y como está.
Un beso.
Buenos días!
EliminarDe vez en cuando me gusta narrar sencillo, a veces como método rápido de desahogo. Traigo situaciones que, como bien dices, son bastante familiares para la mayoría de nosotros.
Me alegra muchísimo que te haya gustado y agradezco enormemente la visita y tan bonitas palabras.
Quizás la continúe pronto!
Un beso, y gracias de nuevo!