Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

viernes, 25 de agosto de 2017

«En canal: El miedo».

Nunca me declaré más humana que cuando descubrí el sentimiento del Miedo.

Se paró ante mí desafiante, con su mirada fija en mis ojos y no esbozaba resquicio alguno de sonrisa en su cara. Sin resonar ni una sola palabra entre nosotros, ató su mano a la mía y pegó su cuerpo al mío.

Levanté la vista; ya frente a mí sólo quedaban pasillos luminosos, salas de espera vacías y un hilo negro que, anudado desde mi cintura hasta algún destino inalcanzable a mis ojos, tiraba de mí hacia aquél interior al que no quería llegar. A mi lado caminaba el Miedo, y yo sabía que pretendía quedarse.

De repente estoy en mi cuarto, en mi cama. Tumbada junto a él. Me mira y sabe lo que pienso, sabe que me duele. Sabe que el dolor cada vez es más fuerte, y las fuerzas son mínimas. Sabe que pienso que me muero. Sabe que la incertidumbre me mata, y ahí está él. El Miedo. No puedo encoger mis piernas, ni estirarlas tampoco sin obtener dolor por la presión. Hay algo dentro. Lo siento, lo noto.
Siento que me quiebro en cada movimiento.

«¡Ayúdame!», grito para mis adentros a cualquier ser del más allá, o a cualquier Poder Supremo que quiera escucharme. Y lo hago en silencio, para no preocupar a quien no puede hacer nada por mí. Es en este momento en el cual me doy cuenta de lo hipócrita que es el ser humano que no cree en Dios, salvo cuando necesita creer que alguien podría ayudarle. Salvo cuando necesita no sentirse sola, aterrorizada, e inmóvil.

Los días de espera son tan largos para mí como larga es la lista de desilusiones de mi vida. ¿Tendrá eso algo que ver? Seguro que sí.

Me acurruco finalmente en su pecho y lloro, la congoja se apodera de mí mientras él me abraza como si me protegiese, y acaricia mientras mi cabeza y le escucho susurrar. Pero no tiene voz. Sin embargo me lo repite, una y otra, y otra vez...

«Te mueres».

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4 comentarios:

  1. Es inevitable la sensación, estamos permanentemente muriéndonos, tal vez la vida es eso, una manera corta o larga de morir.
    Pero para algo la naturaleza, o algún ser supremo -como sea- nos dotó de inteligencia, y desde ella le hacemos una mueca burlona al destino inevitable gestando momentos de felicidad desde nuestro estar vivos, aunque muriéndonos. Quien sabe.
    Beso.

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    1. Disculpa por tardar tantísimo en responderte. Decidí desconectar de todo absolutamente, por mera necesidad.
      No obstante, te leí en su día. Y he tratado de aprender en este tiempo a hacer esas muecas burlonas, pues otra no me queda.
      Un beso grandote! Y muchas gracias :)

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  2. La incertidumbre del no saber qué te ocurre. Te entiendo, amiga mía. Sólo espero que las lágrimas que has derramado estos últimos meses te hayan ayudado a liberar esa tensión que provoca la espera.
    Te mando un beso y un abrazo muy fuerte. Ya verás que pronto encontrarás la respuesta.

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    1. A eso me han ayudado mucho, e incluso me ha venido bien. No tengo facilidad para llorar, ya lo sabes :) Así que me ha servido para botarlo todo.
      Aún espero las respuestas, pero por suerte me encuentro alguito mejor (física y espiritualmente), y con eso me quedo por ahora.
      Gracias por estar ahí.

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