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La bruja en cuestión, era de apariencia joven y hermosa. Pero así había sido desde hace mucho tiempo. Delicada como las flores que con tanto amor cultivaba. Sus cabellos rubios y rizados ondeaban con la brisa mañanera bajo los fresnos que rodeaban su morada. Sus ojos verdes se tornaban azules frente a las cascadas en las que bailaba bajo la luz de la luna llena. Su cuerpo se tornaba azul grisáceo bajo su plateada Madre, y ella sonreía, feliz de existir.
Se dejaba acompañar por los animales del bosque; les escuchaba pensar y se comunicaba con ellos por medio de su mente. Mediante largos abrazos a los árboles, cargaba su energía a la par que escuchaba los pensamientos de éstos, cuya apariencia era silente y estoica ante el tiempo.
Rara vez tenía contacto con seres humanos, pues hasta su cabaña sólo llegaban aquéllos que cargaban un profundo dolor que requería un sanamiento milagroso. Era como una llamada silenciosa para las almas heridas; aunque algunos lo llamarían casualidad.
Mis disculpas a mis lectores por mi ausencia. Por situaciones personales estoy bastante alejada de aquí. Espero poder ponerme al día poco a poco en cuanto tenga ratitos libres. Me paso a dejarles un saludo y unas líneas que espero os gusten.