Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

jueves, 1 de junio de 2017

Sólo un texto más sobre ti.

A veces da igual el cómo, el cuánto o el por qué.
Simplemente hay que aceptar que lo que no es, no es.
Da igual cuántas ganas, empeño o buenas intenciones tengas.
A veces la única opción es el silencio, la resignación.
El nuevo camino.

Por más que lo intento no logro hacerme de hierro,
y quizás es eso lo que hace que aún siga escribiendo sobre el dolor.
Le sigo escribiendo a la soledad cada noche,
y añoro con pasión y ferocidad aquellos labios que nunca fueron míos.

Son esos labios a los que canto cada noche
a sabiendas que tengo que borrarlos de mi memoria porque ya
no tienen nada más que darme. Ni una palabra, ni un beso.
Nada. Ni siquiera una sonrisa de esas que me removían por dentro.

A veces da igual cuánto te quiera, cuánto te desee,
cuántas cosas buenas pueda ofrecerte.
Da igual cuántas ganas tenga de mirar el mar contigo,
o de acariciar tu mano, en lugar de agarrarla sin más.

No importa en absoluto cuánta dulzura tenga dentro
guardada para ti. Da igual.
Si es que tú ya ni me ves, si hasta tus ojos te los has llevado.
Y ya no consigo verlos ni en sueños, ni siquiera logro pensarlos.

Y no importa ya si me siento sola, y vacía,
y es que ¿cómo puede alguien sentirse vacía con tanto amor dentro?
Es complejo, lo sé. Quizás por eso te marchaste.
Y quizás por eso te llevaste contigo un saco lleno de esperanza.
Quizás no lograste entenderme, o lo hiciste y te asustaste.

A veces no hay más que aceptar que no existen respuestas,
que nunca voy a saber qué ocurrió, y por qué te llevaste contigo
todo aquello que me hacía feliz. Y convertiste mis rincones favoritos,
mi música favorita, mis aficiones, en cosas que sólo me traen dolor,
porque en todas ellas está ahora tu ausencia.

En todas ellas resuena ahora el eco de tu voz
como si fueses un fantasma que me persigue para atormentarme,
para seguir recordándome que estuviste aquí, y que te marchaste.
Maldito seas tú, y el amor que te guardo.
Y sean malditos todos aquellos momentos que vivimos,
y que se han ido contigo.

Que aún me viene al olfato de repente el olor de tu piel,
y siento en mis manos el tacto de tus dedos.
Maldito sea el instante en el que decidiste que yo no era suficiente,
o que quizás era demasiado.

A veces, como ahora, no me queda opción más que esta.
Escribirle a alguien que no me lee, que no lo hará nunca.
Que está en este momento en algún lugar del mundo
donde no estoy yo. Pero que sigue estando en mi mundo.
A todas horas.


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