Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

lunes, 5 de febrero de 2018

La desnudez real del ser humano.

¿Conoces esa sensación? Todo pasa por delante de ti, y te rodea sin saber que existes. Escuchas los murmullos de la gente, el resonar de los coches, el sonido del viento, que hace que las hojas de los árboles se alboroten, y caigan algunas, rendidas. Esa sensación, cuando ni el olor de un café recién hecho, o el particular aroma del petricor tras una noche de lluvia, provoca en ti el más mínimo estímulo. Cuando el silencio en casa es lo más benévolo de tus días, pues ya ni siquiera escuchas el bisbiseo constante de tus pensamientos. Y al día siguiente, siempre vuelta a empezar. Vuelta a la rutina de la oficina, a la apatía por la vida y a la angustia por cosas que no me concernían ni estaban en mi mano. Llevaba un tiempo sintiéndome así, a diario. Así que un día sin más, me desperté decidida a desconectar del mundo al menos unas horas.

Preparé una mochila con lo justo. Agua, dos manzanas, algo con que hacer fuego, una linterna y un libro. Desempolvé la caseta de campaña y cogí del altillo del armario el saco de dormir. Fui a trabajar esa mañana, y al acabar la jornada, me dirigí al despacho de mi jefe para solicitarle libre el día siguiente. Arranqué con el coche directa hacia el bosque. Me permití disfrutar del camino, deleitándome con el aroma fresco del monte, observando los rayos de sol que se escurrían entre las copas de los árboles, mientras sonaba una mezcla de canciones que acompañaban el ambiente y me hacían el viaje más placentero. Queen, David Bowie, Deep Purple, Pink Floyd... allí sólo estábamos ellos y yo; Yo, tarareando malamente (y destrozando) sus canciones con mi más que pésimo ingles. Una vez arriba, estacioné el vehículo, cogí las cosas y me adentré entre los árboles. 

El sonido de éstos se escuchaba tan diferente allí arriba; los pájaros, el crujir de la madera, el olor del lugar, y el sonido de mis pasos sobre la tierra y las hojas que habían caído. Todo me resultó de repente alentador. Me había cruzado de frente con una pareja de turistas que hacían un sendero y ya descendían. Nos sonreímos y caminamos en sentido opuesto. Al cabo de un rato caminando, de repente vi a Sam. ¿Qué tan descorazonadora coincidencia podría ser aquella? Sam era amigo de mi padre, me llevaba algo de distancia en la edad... quizás unos veinte años. Samuel era un hombre agradable, simple y distante en cierto modo. Era un hombre que desprendía delicadeza tras su mirada abrupta. Y por supuesto, yo me había enamorado de él cuando era adolescente. Dicho enamoramiento me acompañó hasta unos años más tarde, cuando desapareció de mi vida al morir mi padre y mudarme a otra ciudad.

Ya sólo me quedó el Sam de mis pensamientos. Ese señor que a veces se sentaba en la cocina de casa y bebía cerveza negra con mi padre. Reían hasta las tantas de la madrugada tras ver algún partido de fútbol en la televisión. Otras veces salían de pesca al lago, y yo iba con ellos. Me tumbaba bajo los árboles y devoraba algún libro, ausente del mundo. Recuerdo que Sam alguna vez se bromeaba con mi padre sobre mí y mis aficiones "no normales" de una chica de mi edad. Me sonreía a lo lejos a veces, y yo le devolvía la mirada por encima del libro. Era esa clase de persona que de repente, sentado mirando por la ventana, viajaba sin moverse. Le recuerdo abstraído tantas veces, y recuerdo querer irme con él a dondequiera que viajase en su mente.


Era él. Me había reconocido (cómo no), y me dedicó una sonrisa amplia y sincera. Sus ojos tristes se arquearon para mí, y nos apresuramos a darnos un abrazo. Después de unos segundos fugaces de preguntas típicas de reencuentros, y de diversas muestras de cariño, me preguntó que a dónde iba con tanto trasto a las espaldas.


-Voy a acampar por una noche, aún busco el sitio.- Dije sonriendo. Me di cuenta de que seguía sin poder dejar de sonreír cuando le tenía cerca. Era como una droga.

-¿Vas sola? - preguntó sin parecer sorprendido.

-Sí, me apetece desconectar. Si te quieres venir, la tienda es de dos. -Le dije bromeando, con la intención de ver su reacción. Pero para mi sorpresa, asintió emocionado.


Así que el plan había cambiado y, de repente, caminábamos en busca del lugar perfecto. Me sentía tan cómoda con él como años atrás, y en cierto modo, agradecí su compañía. Llegamos casi hasta una ladera, donde las vistas nos dejaron sin respiración. Nos quedamos como idiotas mirando en silencio las montañas, y el hermoso y amplio valle que se formaba entre ellas. La verdosidad y la frescura del lugar era apabullante; era un panorama que deseaba ser contemplado por ojos, que supiesen contemplar.

Colocamos la tienda bajo los árboles que estaban a nuestras espaldas e hicimos un pequeño fuego. Hablamos hasta que oscureció, de la vida, de los años, de mi padre. Me contó que solía venir a caminar por estos lugares a veces, para retirarse de la vida por unas horas. Me contó que nunca llegó a casarse, aunque tiene dos hijas con una mujer maravillosa, con la que tuvo una relación de varios años y de la que, por circunstancias de la vida, se separó. Sus ojos se volvieron aún más tristes, y sentí una fuerte compasión hacia aquél hombre que luchaba por retener el llanto a la par que se agarraba sus propias manos, ásperas por su profesión; rugosas por el paso de los años. Tras un momento de silencio, decidimos entrar en la tienda.

Hacía frío, suficiente para que Sam accediera a meterse conmigo en mi saco de dormir que, por suerte, era lo suficientemente amplio. Nuestros cuerpos estaban pegados, y recuerdo pensar que nunca había tenido su aroma tan cerca. Sentía mi corazón bailar en mi pecho. Me tumbé boca arriba y tomé el libro, que había dejado a mi derecha. Él estaba en silencio, mirando mis movimientos.

-¿Quieres que lea para los dos?- Pregunté con voz suave. Como respuesta obtuve una sonrisa, y empecé a leer. Leía para él. Sam escuchaba, con su cuerpo recostado de lado y su cara, arrugada y afable, apoyada sobre su mano. A las pocas páginas, se acurrucó entre mi hombro y mi pecho, y miraba en silencio las páginas del libro. Le rodeé con el brazo, y mientras seguía leyéndole, acariciaba suavemente su cara.

Al cabo de un rato, me di cuenta de que se había dejado dormir. Y de repente, ahí, dormido sobre mi pecho, le sentí como niño. Indefenso. Vulnerable. Puro. Ya no tenía fachada; sólo era él. Y no tengo palabras para describir lo que sentí por aquél hombre en aquél momento. Pero creo que nunca sentido aquello por nadie. En toda mi vida. Continué acariciándole y disfruté, contemplándole, de aquella fusión de amor, congoja, melancolía y compasión. Sentía que en aquél momento le estaba protegiendo de sus propios fantasmas.

Sketches de anoche.

14 comentarios:

  1. Emocionante relato.
    Nada como el Amor bajo las estrellas.
    Un abrazo.

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  2. Bravooooo amiga me ha encantado precioso , bonita historia de las que te dejan ensimismada , eso es amor ..es puro , sin fisuras solo se siente y no sabes el porqué.
    La historia no sé si sera verdad o un relato inventado pero es bella muy bella .
    Un fuerte abrazo y gracias por compartirla.
    Me gustaría que siguiese ...

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    1. Qué amable eres siempre, amiga! Muchísimas gracias!
      En este caso la historia es fictícea, se me ocurrió escuchando una canción. Ya sabes que la mente no descansa jejeje
      Un besote muy fuerte!
      No prometo que continúe, pues lo que tengo en mente sobre ellos creo que no es lo que se espera.
      Quizás si sigue, decepcione

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    2. Hola de nuevo , no importa si decepciona es tu historia así pues adelante ...yo quiero más ajjajaja . Besosos.

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  3. Que historia más preciosa. El amor se deja ver en cada línea. Besos

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  4. Al final me surge la duda...
    el amor era fraternal o amor amor? jeje ya me entiendes..
    Me ha gustado mucho, ojalá la continúes y me resuelvas la duda.
    Un abrazo, Ju. Te debo un café cuando quieras.

    PD: los sketches son esos que te pones 5 minutos para hacerlos, verdad? con cronómetro

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    1. ¿Qué te dice tu instinto?
      A mí me parece fraternal. El enamoramiento de ella se debió a la idealización de la figura de un hombre adulto, típica de adolescente.
      Si la continúo, no creo que exista lo que esperas leer.

      El café lo estoy esperando y lo necesito. Largo, solo y amargo. Porfa.

      Con respecto a los dibujos, sí jaja ¡cómo me conoces! 5 minutos cada uno.

      Un abrazo!

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  5. Bueno, es una pasada lo bien que acribes, un texto para un 10. Vaya forma de narrar, fantásticam Sad.
    ¡Mi enhorabuena! Como arriba, me supo a poco.

    Un besico y se muy -muy feliz.

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    1. Me alegra muchísimo que lo hayas disfrutado, es agradable saberlo.

      Millones de gracias!

      Te mando un cálido abrazo, y unos deseos recíprocos de felicidad!

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  6. Vaya.
    Un desenlace inesperado.

    Imperó el cansancio producido por un sinnúmero de cosas de singular peso emocional.
    Y hermoso pecho que el destino le tenía como almohada.

    Un gusto nuevamente, Sad ✏

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    1. Espero que aunque haya sido inesperado no te haya defraudado, Iván! Ellos fueron felices así.

      Un besote y muchas gracias nuevamente!

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