Sugerencia

..................................................................................Recomiendo leer mientras se escucha la música que dejo en cada entrada..................................................................................
...................................................................................................................Advierto que tanto escribo elegante como soez....................................................................................................................

miércoles, 12 de octubre de 2022

~Sólo un sueño estúpido que me hizo sentir otra vez como si estuviera en el cielo~

 Ahora mismo este dormitorio es un cielo, idílico, blanco, feliz.

Estoy junto a ti en la cama de sábanas blancas, y lo más puro que veo es tu alma en este instante. Estoy recostada de lado, mi brazo izquierdo está elevado y mi cabeza reposa sobre él, mientras que la mano derecha descansa junto a mis labios fríos, y sin darme cuenta, de comisuras ligeramente arqueadas. Y ¿cómo no iban a arquearse al mirarte? Si de sólo pensarte se elevan al cielo.

Ahí estas, abriendo los ojos despertando de tu sueño. Ése en el que me gustaría estar sumergida de vez en cuando. Me miras, y ambos nos regalamos una sonrisa. Te colocas en postura espero para estar frente a mí y mirarme fijamente.

Sólo nos oteamos y deleitamos el uno con el otro en silencio. Casi escucho nuestro latir conjunto y siento, que somos uno sólo, que no existe nadie más en el universo. Nuestro olor, nuestra esencia es lo único que existe. Tu corazón latiendo en calma con el mío, porque estar a tu lado es mi droga más pura, la que me hace volar mirando al cielo sin cambiar de espacio.

De repente me pongo boca arriba sin cambiar el sentido de mi cabeza, te miro y ahora sonrío más. Tú ríes. «¿Qué pasa?» preguntas entre risotadas secas, de esas de las tuyas que tanto me gustan. Te sonrío ampliamente: «Ya es hora...». Giro mi rostro hacia el lado contrario y hago el amago de levantarme, pero me abordas con tu cuerpo y me dices que no, que no me voy a ninguna parte. Ambos reímos y nos miramos fijamente a los ojos. Tremenda una conexión que se forja en esa intimidad cuando te carcajeas y las miradas se mantienen, tiernas, temblorosas, encorvadas, brillantes. Llevo una camisa de tirantes de raso, color azul celeste, que cubres ahora con tu torso desnudo. El beso se hace de rogar, pero ambos nos devoramos cariñosamente con sólo vernos así. Siendo dos piezas de un puzzle único, encajando perfectamente, siendo dos en un mismo ser en este momento, siendo dos que se aman sin pronunciarlo, siendo. Sólo siendo. Tú y yo, yo para ti y tú para mí. Somos para nosotros. En un Ahora fugaz que parece un Siempre. Somos únicos siendo para con nosotros, pues yo jamás fui así con otra persona, y tú tampoco has sido igual antes, a la persona que eres cuando estás conmigo. Y ahora sé más que nunca, que tus dos luceros son la entrada a un universo donde me quedaría a vivir.

Jugueteamos un poco mientras yo finjo que quiero zafarme de tus brazos, y tú me fuerzas a quedarme en la cama contigo. Reímos y reímos. «No te vayas», me dices con la voz un poco más apagada. Acaricio tu rostro, tu pelo, tus labios... Te sonrío con la tristeza que supone una despedida. «Es hora de despertar».